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Manolo Alarcón

Opinión

M. Alarcón

Vencerse o luchar

Anoche la familia paterna de Aaron, un niño de dos años y medio que vivía en Elche y murió el lunes en la UCI de Pediatría del Hospital General de Alicante tras sufrir unos supuestos malos tratos, buscaba de dónde sacar el dinero que la funeraria solicitaba para cubrir los gastos del sepelio. Pensaba en los últimos cinco días de ese niño solo, en coma inducido, en una fría sala de Hospital, con su madre detenida en Comisaría junto a su compañero sentimental, y en esa lenta agonía del pequeño sin nadie que lo acariciara, lo tocara, lo besara, lo abrazara, lo mimara... le diera un hálito de esperanza. Cinco días para decidir si era mejor estar vivo o muerto. Vencerse o luchar. Y la única imagen que me venía a la cabeza era la de otro niño, es este caso sirio, Aylan, cuyo cadáver sobre una playa turca apareció hace tres años removiendo conciencias. Él no tenía ni una familia que, después, buscara ayuda de esta sociedad de la opulencia para pagar su sepelio. Son dos historias tan distintas en su origen como tristes e infames y tan parecidas como que han firmado el mismo epitafio para dos niños de, prácticamente, la misma edad. Y veo a Aylan, luchando en las frías aguas para no ahogarse y, como a Aaron, decidiendo en esos momentos de soledad si es mejor estar vivo o muerto. Vencerse o luchar. La vida, tal y como la concebimos hoy en día, con el grado de desarrollo que ha alcanzado esta sociedad, debería ser un canto a la felicidad y a la alegría. Deberíamos pararnos a pensar en la enorme oportunidad que supone el vivir y el poder desarrollarnos como personas. Tener consciencia de nuestra realidad y de lo que podemos/pueden hacer por nosotros. De sumar, no de restar. De vivir y convivir. De no tener que escribir nunca ni de Aaron ni de Aylan. De que ninguna persona y menos un niño tenga que elegir entre vencerse o luchar.

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