A pocos meses de acabar este legislatura se puede hacer balance de muchas cosas y sobre todo valorar lo que ha pasado desde el inicio de la misma. Aunque parezca mentira, ya se le ha agotado el plazo a este gobierno tripartito para llevar a cabo los cambios que podrían justificar sus cansinas críticas desde la oposición, a lo largo del gobierno popular 2011/15, en el que año tras año se centraban en poner en entredicho los espacios públicos elegidos para la celebración del concurso de mascletás, instalación de racós, tanto gastronómico y festero, así como de la zona acotada para el lanzamiento de carretillas. Un servidor ha querido hacer una valoración sobre un área en la que trabajé de manera incansable.

¡Qué bonitos se ven los toros detrás de la barrera! En esta vida lo más fácil es no tomar decisiones y sobre todo criticar las de los demás. Durante nuestra legislatura hicimos actuaciones valiente como trasladar el concurso de mascletás del Paseo de la Estación a la zona de Traspalacio, donde estos espectáculos pirotécnicos ganan en sonoridad y visibilidad para el disfrute del espectador, dejando así espacio suficiente en el citado paseo para los racós de restauración, que antes se instalaban en el interior del parque municipal, donde como mínimo generaban un deterioro innecesario de la llamada joya del palmeral ilicitano.

La confluencia de estos dos recintos aglutinan todas las fiestas en dos zonas unidas entre sí que envuelven a los ilicitanos y visitantes que quieren disfrutar de la esencia de la fiesta. En esos espacios que se modificaron y que a pesar de las críticas han seguido igual estos últimos cuatro años, se concentra la tensión y olor a pólvora que genera el disparo de mascletás, la degustación de tapas y bebidas refrescantes de Elche de toda la vida, como el «nugolet» o el «canari», y el gran ambiente que desprenden los distintos racós de medios de comunicación, festeros y de otra índole. Tanto a los ilicitanos y a quienes nos visitan este espacio les ofrece la posibilidad de disfrutar de nuestras fiestas sin necesidad de estar vinculados a algún ente festero.

Celebradas las cuatro fiestas patronales contenidas en este mandato municipal, hemos podido comprobar cómo, los que tenían que tomar decisiones, no han tenido los arrestos suficientes como para deshacer lo que habían criticado hasta la saciedad. Vivimos cuatro intensos años en nuestra legislatura de críticas injustificadas, de valoraciones negativas para enfrentarnos a la sociedad ilicitana y de argumentos vacíos que denotaban la necesidad de criticar por criticar, sin fundamento, ya que a día de hoy han seguido la estela que les marcamos.

Argumento

En las primeras fiestas que organizaron en el 2015, el argumento era que «no da tiempo material para hacer cambios», cuando en las mismas condiciones, o peores por lo económico, se hicieron todos los expuestos en el 2011. Pero claro hay que trabajar, y no solo hablo de los técnicos. En las segundas fiestas el argumento era «estamos viendo la posibilidad, y además estudiando la vuelta de la zona acotada, al centro, para el lanzamiento de carretillas». Al centro y para dentro, que digo yo.

En el tercer año y en este último agosto, ni preguntamos qué van a hacer ¡para qué! Es evidente que eso de tomar decisiones trascendentes no es para ellos, no vaya a ser que se les eche encima la hostelería y restauración del centro o los propios entes festeros, los cuales siempre han reconocido el trabajo desarrollado por la Concejalía de Festejos del gobierno del Partido Popular.

Y es que no sé por qué me da que tanto PSOE como Compromis no se creían del todo que iba a gobernar durante todo este mandato, y como dice la canción del verano les ha pillado «sin pijama, sin pijama...».