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Pedro Rojas

La metamorfosis de un líder sin complejos

No hace falta brillo para deslumbrar. El camino hacia el éxito también transita por parajes sombríos, mal iluminados. Recorre paredes desconchadas y calzadas sin empedrado. Son paisajes que no salen en las fotos, pero que determinan el destino de quienes los cruzan. El Hércules se sobrepuso ayer al caucho que mordía sus pisadas, lo hizo sin adornarse, sudando la gota gorda, manteniendo el orden, con Fran Miranda poniendo su cabeza a disposición del técnico y Chechu Flores echando el lazo a la victoria, la cuarta seguida de un líder sólido que sabe lo más importante: adaptarse a las circunstancias es la única forma de no morir arrollado por tus propios delirios de grandeza. Los alicantinos ya vuelan a velocidad de crucero, explotan sus virtudes, sí; pero sin que se le caigan los anillos por contrarrestar las de los demás, que también juegan. La sobriedad del Ebro te obliga a tener paciencia, a no perder el sitio, a blindar el área porque se puede llegar a ella desde cualquier parte, casi nunca a ras del suelo. La línea defensiva trabajó de manera infatigable, al unísono, sincronizada con su portero, que cada vez se parece menos al del año pasado y más al que aún retienen en la memoria quienes se alegraron en su día de su fichaje. La maniobra de Carlos Martínez para fabricar la asistencia que supuso el 0-1 definitivo es el aliño que necesitan los grandes proyectos para no ser flor de un día. Habrá quien opine que los doce puntos se han ganado por la mínima, y es verdad; pero también lo es que, en todos los encuentros, la superioridad blanquiazul ha sido manifiesta. La media de ocasiones claras de gol que generan los blanquiazules es elevada, nunca menos de tres y, como ayer, por encima de cinco. Acostumbrarse a la victoria es un sano ejercicio moral que te vale para purgarte de tanto descalabro, de tanto despropósito, de tanto destino intolerante y dictatorial. La sensación general de que éste es el año se empieza a cimentar en hechos consumados y, a poco que el equipo mantenga el tono general, puede convertirse en una realidad irrefutable. Sin trabajo no hay gloria, sin sacrificio sólo salen adelante los niños mimados, las familias reales y los enchufados, así que toca currar porque ése, señores, no es nuestro caso.

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