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Francisco García

Billete de vuelta

Francisco García

Un Gobierno que es la bomba

Este Gobierno es la bomba. La ministra portavoz, Isabel Celaá, acaba de terciar en la polémica venta de bombas a Arabia Saudí, suspendida inicialmente en un ataque de humanidad del Ejecutivo español y posteriormente reactivada, tras administrarse el Presidente y su tropa doble ración de analgésico de realismo: "Son de alta precisión y no se van a equivocar matando yemeníes". Y se quedó tan fresca. Sepa usted, estimado lector, que en España no se fabrican bombas turulatas que apuntan a Málaga y explotan en Malagón: son bombas inteligentes, como corrobora la inteligencia militar, recurrente oxímoron, "contradictio in terminis". Son bombas que donde ponen el ojo ponen la carga explosiva, como el Colt humeante de Billy el Niño. Que el español, cuando bombea, bombea de verdad, por tierra, mar y aire. Pero no se engañen, el Gobierno comercia con los saudíes a regañadientes: o vuelan las bombas a aquel país lejano o los árabes suspenden la construcción de cinco corbetas encargadas a los astilleros gaditanos de Navantia. O sea, unos cientos de empleos ahogados en la bahía. Reconozcamos que no matan las bombas, sino quienes las lanzan o quien desde un sillón mullido ordena lanzarlas. Si España no quiere vender armas, que no las fabrique. O sea, que una mano en la cabeza, la otra mano en la cintura, un movimiento sexy, y donde ayer dije Diego hoy digo Maradona; y la bomba, camino de Arabia Saudí, en orden de cuatrocientas. Y así, suavecito para arriba y para abajo nos la va colando el gabinete de Sánchez, materialista dialéctico de tesis, antítesis y síntesis. Salvo que esta bomba no es la canción del verano de King África, sino el blues que silba en su palacio de Riad el rey saudí, superventas en Yemen.

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