Se acercan las elecciones. Si es que alguna vez estuvieron lejos. Tengo la sensación de que España camina, en su ciclo político, hacia una dinámica de elecciones perpetuas. La propia prensa se contagia de una carrera a la que contribuye con encuestas electorales día sí, día también. Es como si necesitásemos saber qué opina la gente cada mañana, cada tarde y cada noche. Esta es la «enfermedad» de la inmediatez a la que nos ha sumido la dinámica de redes sociales. Todo aquello que no sea retransmitido o preguntado y opinado, en tiempo real, no es válido. Y en esa premura, el tiempo para la reflexión cabal, tranquila y pausada, no tiene cabida.

Los partidos, y sus afiliados, se ponen nerviosos ante cada una de las encuestas o sondeos electorales que apuntan a direcciones dispares. Y con esa tensión, se ocupan de lanzar mensajes al electorado que, en cierta manera, es tratado como un adolescente. ¿Quiéres información? ¿Quiéres que te digamos qué opina tu partido, o líder de cabecera? Pues, es sencillo. Enchúfate a su Facebook o Twitter y te administraremos tu vacuna mental.

No se extrañe usted si los populismos, especialmente los radicales, están creciendo en Europa. Una caterva de grandes locos y degenerados, vean las extremas derechas e izquierdas que asumen escaños en países supuestamente racionales, están haciendo hueco en el imaginario de una Europa debilitada. Si a la crisis tan brutal que hemos padecido, la combatimos con populismos extremos, derribaremos el ideal europeo. Nada, nada en el mundo es tan extraordinariamente brillante como el germen de la cultura occidental europea. No hay sociedad que haya avanzado tanto como la nuestra. No se trata de decir que somos mejores, pero sí de decir que nuestro modelo es claramente mejor que el de muchos países trogloditas. Son dos cosas diferentes.

Un retroceso en nuestros valores, y nuestros derechos y obligaciones, como europeos es una ganancia para el totalitarismo. Es ahora, no mañana, cuando Europa, la Europa que construyeron Konrad Adenauer y Robert Shuman, florezcan ante tanta insidia y mentira amañada en realidades virtuales.

No podemos esperar a derrotar la incipiente ola de populismo barato que viene a solucionar los graves problemas con clichés prefabricados. Claro que tenemos graves problemas. Pero no menos graves que los acontecidos en una Europa post guerras. Europa fue capaz de inventarse después de haberse peleado entre hermanos, e iguales. Después de haber arrasado un continente y de haber sufrido los dos grandes males de este último siglo: el comunismo y el nazismo.

Y no podemos esperar a que vengan de ningún lado a arreglar nuestros graves problemas. Pero tiene solución. Y claro que la solución pasa por escoger a los mejores para que capitaneen esta nave europea que está falta de proyecto de futuro. Europa no puede ser una mera maquinaria burocrática y escleróticamente rígida que se comporte como un paquidermo moribundo.

Largo me lo fiáis si lo han de arreglar cuatro bandarras y chulos que piensan en Europa como un cortijo. Y menos lo arreglarán cuatro politicuchos que no tienen donde caerse muertos. Hay tantos que quieren vivir de la política, sin antes haber vivido de otro oficio, que da miedo. Harán lo que sea para amamantarse con la nómina domiciliada porque nada tienen que ofrecer fuera del sistema.

No se puede usted quejar, querido lector, si al que elije ni tiene formación, ni tiene vocación, ni tiene experiencia que aportar. El sistema se arregla poniendo a los mejores al frente, como hacemos con el deporte. Nadie juega en la Selección Nacional que no haya demostrado antes su valía. ¿Por qué habría usted de elegir a una persona para que dirija sus impuestos si no puede estar al frente ni de su escalera?

Largo me lo fiáis si para arreglar nuestra sociedad elegimos a personas con poca capacidad o vendidos al mejor postor. Usted se puede quejar, pero como dice el presidente Obama: ¡Vote! Porque esa es la mejor manera de no tener a Trump al frente de una nación. Creo que su responsabilidad como votante es mayor de lo que parece. No espere. Pronto vienen las urnas, no vote a tontos, que hacen tonterías.