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Desde mi terraza

Luis De Castro

Martes negro

El 11 de septiembre del 2001, es decir este martes de hace exactamente 17 años, se me atragantó el gazpacho al ver en la televisión cómo dos aviones atravesaban las Torres Gemelas (el World Trade Center de Nueva York); lo mismo sucedía minutos más tarde con el Pentágono en Whashington , con un resultado total de más de 3.000 muertos, muchos de los cuales no pudieron ser identificados; se producía el mayor atentado islamista perpetrado en los Estados Unidos y en el mundo. También este martes se producía un hecho de consecuencias imprevisibles, la dimisión de la Ministra de Sanidad Carmen Monzón, al conocerse supuestas irregularidades académicas en su título de master expedido por la Universidad Rey Juan Carlos I. Este martes 11 de septiembre dos millones de catalanes se manifestaban por las calles de Barcelona ataviados con camisetas color coral con la leyenda «República catalana» que se venden en unos grandes almacenes al precio de 15 euros. Finalmente, en este martes negro se repitió la fechoría de El Toro de la Vega, en la localidad de Tordesillas, Valladolid, que como se sabe consiste en la suelta de un toro (este año una hembra bautizada con el nombre de Montañesa), que es perseguido por valientes jinetes. Hasta hace dos años, el festejo terminaba cuando el animal caía víctima de las lanzas de los aguerridos lugareños, en una tradición ancestral que provocaba la indignación y protestas de grandes sectores de la sociedad, animalistas y paisanos, mientras otro gran sector de la población castellana defendía tan bárbara costumbre por ser de tradición centenaria, declarada además Bien de Interés Turístico. El festejo se ha saldado este año con dos heridos y un caballo muerto, siendo devuelto el maltrecho animal a dependencias municipales hasta hoy cuando se repetirá la hazaña. Y un año más sigo sin comprender la celebración de esta tradición que, como muchas otras de las que suelen celebrarse en verano y muy especialmente en «esta nuestra Comunidad», sirve para diversión del público a costa del maltrato de animales. Incomprensible en este caso en Tordesillas, gobernada por un alcalde socialista que ha sido censurado por su apoyo al «toro» por el mismísimo presidente del Gobierno, también socialista como se sabe. Este martes acudieron poquísimos «anti toro», probablemente cansados por luchar contra lo que parece inevitable; y no estoy de acuerdo con el desánimo de los defensores de los animales porque en este mundo y en esta vida solo es invencible la muerte.

En cuanto a la Diada independentista catalana?¿Què vols que et digui? Mientras que los independentistas no comprendan ni acepten que no pueden triunfar sus ansias de independencia de España porque hay otro igual número de catalanes en desacuerdo, seguirán las manifestaciones y los enfrentamientos; sin contar con que la Constitución Española no lo permite. Luchen por cambiar legalmente la Constitución, esperen a que el deseo de independencia sea compartido por la mayoría de los catalanes (y no por la mitad), y acepten también que un hecho de semejante trascendencia debe ser refrendado mediante un referéndum nacional. El daño social y económico que se está causando a Catalunya y a España no tiene cuantificación posible. Y créanme, amigos lectores, que estoy deseando que empiece la temporada teatral, que ya ha tenido un preámbulo a cargo del incombustible Arturo Fernández, para poder escribir sobre temas más espirituales pero también más formativos y por lo tanto más útiles que todo lo narrado.

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