Ahora que se aproxima el primer centenario del fallecimiento en Valencia el 8 de enero de 1919 del pintor oriolano Joaquín Agrasot y Juan, tal vez sea el momento de rescatar del olvido a un pintor nacido en nuestra tierra y que fue considerado en su momento como discípulo suyo: Manuel Pérez Miralles. Era hermano de mi abuelo materno Luis (sastre), y podríamos considerar que su familia estaba formada por artesanos. De hecho, su padre Antonio Pérez Morell, armero y herrero, que tenían su taller en la calle de San Juan frontero a la iglesia de las clarisas, junto con sus hijos Antonio (herrero) y José (carpintero) fueron los artífices de la primera Cruz de la Muela de hierro, construida en 1910, por iniciativa de Inocencio Carretero Rebollo.

Nuestro pintor, nació en Orihuela el 5 de agosto de 1876, y tras contraer matrimonio con Monserrate Pardo Pineda, en 1904 marcha a Valencia, tal como me informa su nieto, Enrique Pérez Pérez a petición de Joaquín Agrasot. De su estancia en la capital del Turia hasta 1907, nos da cuenta el periódico oriolano «La Huerta» del 25 de junio de dicho año: «que con su pincel de artista aventajado ha sabido captarse en Valencia las simpatías del laureado pintor paisano nuestro Sr. Agrasot». Al regresar a su ciudad natal se domicilió y abrió su taller en la calle de la Feria en una casa próxima a la actual Plaza del Conde de la Granja. Estuvo dedicado a la restauración y a la pintura decorativa. De la primera conocemos sus trabajos en la iglesia de Santo Domingo y en una capilla de la iglesia del Carmen. De la segunda, hay que destacar la decoración del Teatro Cortés de Almoradí y de una casa-palacete en Granja de Rocamora. Entre otros trabajos, además de la decoración de las oficinas de «El Eco de Orihuela» en la calle Santa Lucía, según destacaba dicho periódico el 17 de octubre de 1912, el trabajo del «reputado pincel de Manuel Pérez» en el letrero del cambio del nombre de «El Indio» del establecimiento del comerciante Pascual Hostalet, por el de «La Gran Vía».

Así mismo, junto con los pintores Enrique Luis Cárceles y José María Rebollo intervino en el telón de boca del Salón Novedades de nuestra ciudad. Local éste que fue inaugurado el 19 de junio de 1915, en lo que había sido Posada del Carmen en la calle Calderón de la Barca.

En 1907, confeccionó una bandera en la que aparecían «los atributos de la Redención», que los vecinos de la calle del Rodeo ofrendado a Nuestro Padre Jesús.

Otra de las facetas artísticas desarrolladas por Manuel Pérez, fue el diseño de carrozas para batallas de flores, por lo que obtuvo varios premios. De sus mejores trabajos en esta especialidad, «El Correo» alicantino destacaba uno entre los bocetos realizados para la Batalla de Flores a celebrar en Alicante con motivo de la visita de los Reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia, en marzo de 1912. De dicho diseño decía el periódico de la capital: «la carroza regia, que es una verdadera preciosidad, por la riqueza de detalles y arte con que está confeccionada». Este festejo alcanzó tal popularidad que, a los cuatro días de haberse celebrado, se estrenaron dos películas en el Teatro Nuevo y Salón Novedades de Alicante, filmadas respectivamente por la casa Pathé Freres, y Marín y Vallard.

Sin embargo, donde realmente se muestra su depurado estilo, con minuciosidad en los detalles y en el color, así como la influencia de Agrasot es en los óleos y acuarelas repartidas entre familiares y amigos. De estas obras, hay dos que nos merece especial atención datadas en 1910, en la que se representa «El Viático» y «El Rosario de la Aurora», que reprodujo en su momento en nuestra tesis doctoral, «Cofradías y otras asociaciones religiosas en Orihuela, en la Edad Moderna».

Manuel Pérez Miralles enviudó en 1918, y falleció a causa de una tuberculosis laringo-pulmonar el 12 de noviembre de 1921 en el Hospital Municipal de Orihuela, a los 44 años.

Quede el recuerdo de este artista que fue discípulo de Joaquín Agrasot y Juan, dentro de aquellos que dedicaron su vida a los pinceles, teniéndose que dedicar para sobrevivir a la restauración y a la pintura decorativa, como tantos otros pintores locales de las últimas décadas del siglo XIX y primer cuarto del XX.