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Calma chicha

Empiezo a escribir y veo por la ventana cómo negros nubarrones nos amenazan con una de esas lluvias arrolladoras de cuando cae agua del cielo sin mesura alguna. De momento no hemos visto aún ni una gota, pero se barrunta que pueda llegar a jarrear. Así nos sentimos muchos ciudadanos, expectantes y temiendo que nos pueda venir un leñazo en cualquier momento, como todo apunta a que así pueda suceder.

El empleo es uno de los motivos de mayor preocupación actualmente. Los despidos masivos del pasado 31 de agosto, a razón de 15.000 cada hora, lo convirtieron en el día más nefasto en cuanto a destrucción de empleo de la historia. Por otra parte, la creación de empleo está basada en la precariedad laboral, dado que muchos de los trabajos actuales son temporales o a tiempo parcial y están mal pagados, pero lo que sin duda resulta más relevante es que haya 3.182.068 de personas en paro. Por otra parte, existe una alta feminización de la tasa de desempleo, dado que el 59% de los parados son mujeres, lo que demuestra que nosotras seguimos siendo el payaso de las bofetadas.

A menos de un mes de alcanzar el primer aniversario del funesto 1 de octubre en Cataluña, la actitud de Sánchez ante los acontecimientos que puedan tener lugar al llegar a dicha fecha es una verdadera incógnita. Recordemos que Sánchez está donde está no por los votos conseguidos, sino por haber sido aupado al cargo, en parte, por el independentismo catalán. Por ello, difícilmente puedo creer que, aunque fuera necesario llegado el caso, Sánchez vaya a ser capaz de aplicar las medidas oportunas para mantener la calma y la convivencia respetuosa en Cataluña, y ni mucho el artículo 155 de la Constitución Española, llegado el caso. Es más, Sánchez en estos mismos días ha llegado a plantear un nuevo referéndum para impulsar un nuevo Estatut, en vez de haberse estado calladito, que estaba más guapo, lo que parece una clara consecuencia de los compromisos adquiridos. Considero que por el lado de este Gobierno del postureo estamos, pues, en franco vilipendio, pero que el cambio de opinión de Joan Tardà, portavoz de ERC en el Congreso, ha abierto una puerta a la esperanza, al haber declarado, incendiado con ello las redes, que ve estúpido que la mitad de los catalanes pretenda imponer la independencia a la otra mitad que no es independentista. Un poco de sensatez, por fin.

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