Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Morant y Morera, como síntomas

Los últimos y polémicos episodios que han afectado, por un lado, al vicepresidente de la Diputación y alcalde de Busot, Alejandro Morant, del PP, por su alegato racista en internet; y por otro al presidente de las Cortes, Enric Morera, después de retuitear un mensaje del periodista Jordi Évole en el que se pedía la libertad para los políticos independentistas catalanes se han convertido, sin duda, en dos síntomas que evidencian los males que acechan a una escena política que se mueve a golpe del diabólico botón de las redes sociales, capitalizada por el postureo para cazar un titular que permita optar a un puñado de votos y en la que cada vez tienen menos importancia los asuntos que realmente más afectan a los ciudadanos. Empezamos con la Diputación de Alicante. Alejandro Morant es uno de esos alcaldes que se subió al carro del PP cuando ese partido conseguía victorias aplastantes con sus siglas y aunque pusiera una escoba como candidato. Luego mercadeó con los decisivos votos de sus concejales en Busot en la operación que acabó con Joaquín Ripoll para colocarse en la Diputación en 2011. Y ya no ha salido del Palacio Provincial. Su sueldo, prebendas y cobros por asistencia en diferentes organismos como vicepresidente de César Sánchez durante estos últimos cuatro años nos van a costar a los alicantinos una cifra que va a superar los 350.000 euros.

No engañaba a nadie Alejandro Morant cuando a primeros de agosto puso un mensaje en su perfil de Facebook de tintes xenófobos en el que pedía deportaciones masivas de inmigrantes. Hace tiempo que Morant utiliza las redes sociales para el enredo y la irresponsabilidad. Y hace tiempo que el alcalde de Busot tiene esa opinión sobre la política migratoria más próxima a las tesis de Donald Trump y de Xavier Garcia Albiol que a la de un cargo político dispuesto a generar soluciones. Encima ahora se ha venido arriba con el giro a la derecha del PP tras la victoria de Pablo Casado, con un discurso también de mano dura con la inmigración y del que Morant fue uno de los primeros apoyos en Alicante. Llueve sobre mojado. Y los que ahora intentan sancionarle dentro del PP, con José Císcar a la cabeza, durante años miraron hacia otro lado cuando el alcalde de Busot generaba un lío tras otro. Entonces les servía para decantar mayorías en l'Alacantí. Si el grupo de whattshap que tenían los coordinadores comarcales del PP en la provincia pudiera hablar...

Morant ha salido indultado de la censura institucional en la Diputación y en su propio municipio. El intento de reprobación promovido por Compromís y su diputado Gerard Fullana tenía como único objetivo sacar un titular. Y la posible sanción dentro del PP es una «vendetta» tras desviarse de la línea oficial de Císcar que respaldaba la opción de Soraya Sáenz de Santamaría. El edil de Busot borró su mensaje tan irresponsable como incendiario a regañadientes y, durante las últimas semanas, insiste en que sólo se limita a reproducir lo que mucha gente está pidiendo. Más grave todavía. Un político que tiene a su cargo toda una vicepresidencia de la Diputación -Morant, repito, se embolsará 350.000 euros en esta legislatura de salario- no puede convertirse en correa de transmisión de comentarios zafios, de tertulias de bar y de la barra libre sin control de las redes sociales. Muy mal camino. El «problema Morant» tiene una única solución: su destitución y su salida de la política.

El caso de Morera es diferente pero evidencia la necesidad de poner marcos dentro de la acción institucional. Hasta diputados que ideológicamente están lejos del dirigente de Compromís reconocen su papel ecuánime como presidente de las Cortes. Retuitear un mensaje de Jordi Évole pidiendo la libertad de los presos independentistas catalanes es coherente con el ideario político que Morera siempre ha defendido. Puede, incluso, que sea muy discutible legalmente -hay argumentos a favor y también en contra- que los dirigentes catalanes con Oriol Junqueras a la cabeza lleven ya once meses en prisión preventiva, tal y como Morera critica. Y, desde luego, el intento fallido de reprobación del PP también responde a una sobreactuación de Isabel Bonig para seguir agitando el conflicto catalán como reclamo electoral de cara a 2019. No parece que un parlamento, con la de problemas que tiene esta Comunidad, se tenga que dedicar a reprobar las ideas de nadie. Pero, dicho esto, lo que ha hecho Enric Morera para contentar a una parte de su tropa y empujado, sin duda, por la tibieza de dirigentes de Compromís en este asunto -empezando por Mónica Oltra- para sortear la presión del PP y Cs no se puede corresponder con nunca con un presidente de las Cortes. Es el cargo con perfil más institucional de toda la Comunidad y debe estar alejado del chalaneo político y de los intereses de un partido. Claro que Morera puede tener sus ideas. Sólo faltaba. Pero el «jefe» del parlamento o lo es de todos los diputados o no debería ocupar ese cargo.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats