En una de esas últimas tardes alicantinas en que el calor pegajoso invitaba a no hacer nada sino holgar, me dispuse a desechar papeles, periódicos y revistas que tenía amontonados desde los comienzos del año; y también a archivar todos mis artículos publicados desde el mes de enero en INFORMACIÓN. Y al guardarlos en la voluminosa carpeta me topé con los inicios?porque este mes de septiembre se cumplen nada menos que 15 años desde que me inicié en estas lides. Y ahí se acabó la limpieza puesto que tropecé con la primera columna publicada, que con el título de Joaquinito, en alusión a Joaquín Santo Matas que en esos días había sido designado como director del Instituto de Estudios Alicantinos (hoy Instituto Gil-Albert) por el entonces presidente de la Diputación José Joaquín Ripoll, y al que deseaba suerte en su nuevo cometido. Y con ese titular tan familiar, que en ningún momento pretendí irrespetuoso, quise orientar al lector sobre por dónde irían los tiros de mis colaboraciones con el periódico, porque mi intención y mi meta era, como tantas veces he dicho, «deleitar aprovechando», frase de Tirso de Molina que me venía al pelo en mi intento de entretener al lector con un lenguaje desenfadado al tiempo que dotado de contenido medianamente interesante; el señor Santo Matas había vivido con sus padres en un edificio de la Rambla en el que yo tenía varios amigos, y todos le llamaban Joaquinito, de ahí la familiaridad de mi tratamiento. Durante dos o tres años mi columna se llamó Amigos, conocidos y saludados, frase de Josep Pla de la que me apropié para hablar precisamente de esos tres apelativos referidos a mis relaciones sociales. Miren por dónde herí, sin pretenderlo, algunas sensibilidades al situar a algunas personas en el lugar que, según ellos, no les correspondía: llamar conocido a quien se considera amigo (y viceversa) probablemente fue un error. Así que decidí cambiar el título general de los artículos y nació Desde mi terraza, mi atalaya personal por la que he visto discurrir la vida gracias a tantas personas interesantes, de todo tipo y pelaje, que la frecuentaron y la siguen frecuentando. Me descubrí absorto ojeando artículos que, vistos desde la experiencia que otorga la madurez, forman un verdadero fresco social, artístico y político de un Alicante y una España que ya dejamos atrás, para bien y también para mal; mis batallitas con el alcalde Luis Díaz Alperi en el que me ensañé a veces con crueldad, y sin que él se diera nunca por aludido, hasta la llegada accidental de Sonia Castedo al dimitir Alperi, y que desde el principio definí como «la Alcaldesa de las Flores» porque lo primero que hizo al aterrizar en la alcaldía fue hacerse unas fotos plantando flores en el Portal de Elche; y la Primera Dama arrimó el ascua a su sardina no viendo la ironía que conllevaba el «título» y haciendo gala de él con orgullo durante todo su mandato. Y es que hay gente «pa tó». ¿Y qué decir de Marifé, mi arbolito ramblero con el que mantuve largas conversaciones referidas a lo divino y lo humano, sin que ella abdicara nunca de expresarse en valenciano puesto que llevaba a gala ser oriunda de Oliva? Alguien, en desacuerdo con sus críticas veladas, que proclamaba sin pudor a pesar de ser ideológicamente muy conservadora, debió emborracharla con lejía puesto que una buena mañana la encontré seca como la mojama. Y entrelazado con lo local, teatro, mucho teatro, y muertes, muchas muertes de amigos, conocidos y saludados que en vida me resultaron muy queridos; aterra ver en «negrita» los nombres de tantos artistas de todo tipo que non fueron abandonando durante estos 15 años; hasta que llegué en mi repaso al año 2008 en el que fui protagonista del mayor suceso de mi vida al recuperarla mediante un trasplante, cuando creí llegado mi fin. Desde entonces, mi reivindicación del donante ha sido una constante en mis relatos?y seguirá siéndolo mientras viva. Di por concluido mi repaso por el pasado reciente cuando leí mi narración sobre un joven desconocido que me abordó por la calle. «¿Es usted don Luis, verdad? Sí». «Perdone que le moleste pero quería decirle que gracias a usted he leído Rojo y Negro de Stendhal, y me he quedado fascinado». Solo por eso ya ha valido la pena mi paso por las páginas de INFORMACIÓN.

? La Perla. «Hay un juez llamado tiempo que pone a todo en su lugar? y ese juez llamado tiempo dará la razón a quien la tiene». (De Mundo positivo).