Se reinicia el curso político en la ciudad. Como todos los años. La única novedad, en este caso, es que este es el último de la actual Corporación. En mayo de 2019 hay elecciones municipales y aparecerá un nuevo Ayuntamiento. Su futura composición es toda una incógnita, como debe ser, pero en todo caso todo apunta a que será, de nuevo, un gobierno municipal de coalición entre diferentes partidos. Que el predominio sea de izquierdas o de derechas ya lo dirá la ciudadanía. Que se hayan acabado las mayorías absolutas, de uno u otro signo es, en todo caso, positivo.

De momento, los dos grandes partidos de la ciudad, PP y PSOE ya han hecho la pertinente declaración de intenciones para lo que queda de legislatura. Los demás no tardarán en hacerlo. Lamentablemente, en muchos casos, sus anuncios de objetivos aportan poca novedad. Si se repasan ruedas de prensa de años anteriores, los objetivos se repiten en demasiadas ocasiones. Señal, en todo caso, de lo mucho que sigue pendiente de conseguirse.

Curiosamente, una de las cosas que, al principio de mandato se decía que era de las más importantes, como la peatonalización de la Corredora, ha quedado en una especie de limbo, tras el frenazo del proyecto que el equipo de gobierno presentó antes del verano y tras las reuniones e informes técnicos posteriores. Desde el inicio del mandato, tanto PSOE como Compromís declaraban que la Corredora era uno de los objetivos más importantes del Ayuntamiento. Tal vez, incluso, la actuación más emblemática de todas las previstas.

El paso del tiempo y que no se planteara, desde el principio, el pertinente debate ciudadano, con amplia participación de todas las fuerzas sociales, comerciantes, vecinos, etc, con propuestas municipales tendentes, no a desviar el tráfico de la Corredora por las calles adyacentes, sino a plantear un nuevo plan de movilidad sostenible que evitara, precisamente, buena parte de ese tráfico innecesario en la zona, ya hizo que, para muchos, se plantearan dudas sobre la verdadera voluntad de la Corporación en relación a dicho objetivo.

Aunque los proyectos para hacer peatonal la Corredora se incluían, año tras año, en los presupuestos municipales, obteniendo aprobaciones mayoritarias, y las declaraciones de los principales responsables del equipo de gobierno confirmaban, de palabra, que ese objetivo seguía siendo prioritario, la realidad era que no se daban pasos en ese sentido. Hasta que en febrero de 2018 se anuncia, casi por sorpresa, que el proyecto se llevará a cabo a partir del final del verano de este año. O sea, iniciar unas obras así a finales de mandato y sin un debate suficiente. En el peor momento y en las peores condiciones. Si alguien no hubiera querido que se hiciera, hubiera elegido plantearlo así.

Lo que vino después ha sido un rebobinado completo, a la vista de la oposición desatada. Es cierto que, en temas de peatonalización, es difícil encontrar unanimidades y que es un tema que se presta a la manipulación partidista. Experiencias similares se pueden comprobar en todas las ciudades que han acometido actuaciones en ese sentido e, incluso, las que se han desarrollado en la nuestra. Se conocía el método que se debía utilizar, lo que no se conoce es por qué no se hizo bien desde el principio. La reacción que se suscitó era lógica. Y máxime en un Ayuntamiento que pregonaba la transparencia y la participación.

El acuerdo al que se ha llegado, tras la paralización del proyecto municipal inicial, contempla un gran número de medidas, unas directamente relacionadas con la actuación y, otras que parecen más de «relleno». Pero, en todo caso, el resultado final tiene dos consecuencias inmediatas: Confirma la paralización de la peatonalización en esta legislatura y, por si faltara algo, liga esta a la resolución del tema del Mercado Central. Los que, desde el principio, no querían peatonalización, están de enhorabuena y, encima, consiguen que el Mercado condicione futuras actuaciones. Y consiguen todo eso estando en la oposición. Con razón tienen que disimular su satisfacción. De lo que se acabe haciendo y cómo, serán otras Corporaciones las que respondan.

Y eso que la Corredora era un proyecto emblemático. Se merecía que lo hubieran tratado mejor. De haberlo hecho bien, tal vez la Corredora estaría hecha y la zona centro sería un espacio peatonal, tranquilo y de disfrute comercial y ciudadano. Lo que sí está en marcha, en cambio, es el proyecto del sendero al Pantano que, dicen sus responsables, también será un proyecto emblemático. Y lo paga la Diputación. No es lo mismo, pero hay lo que hay.