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El niño interior

Imagino que todos, o casi todos ustedes, mis queridos lectores, estarán al corriente de la importancia vital que tiene la educación durante los siete primeros años de vida. Por eso, teniendo esto en cuenta, ¿se han parado alguna vez a pensar en aquella niña/o que fuimos, aquella niña/o que tuvo que conformarse con lo que le venía encima, ya que fue amaestrada/o por los adultos de su entorno, padre, madre, abuelos, abuelas, tíos€ y por las normas educativas de esta extraña sociedad, y se vio obligada/o a dejar de ser ella o él misma/o, porque tuvo que adaptarse a lo que le pedían ser? Y, poco a poco, se olvidó de vivir, de ser y de soñar con su esencia original. Por eso, en el transcurso de nuestras vidas, todo aquello que no pudimos ser, tener o expresar, vamos a tratar de buscarlo siempre en una sustitución. Lo cual nos va a ocasionar mucho dolor. Y confusión. Porque, mientras no veamos la verdad de lo que fuimos, lo sintamos y le demos un nuevo y verdadero significado integrado, nos pasaremos el tiempo sintiéndonos carentes de algo, que ya no recordamos ni sabemos como buscar. Porque, esa niña o niño vivirá para siempre en el centro y en el fondo de lo que somos. Por eso, cuando sintamos vergüenza, dependencia, culpabilidad o confusión, sentimientos de inferioridad o superioridad, si nos aislamos demasiado, o no podemos soportar la soledad, es que nuestra niña, o niño interior, paró su crecimiento personal en alguna etapa. De ahí que pararnos a escuchar, atender y comprender a la niña o niño que fuimos, nos va a permitir recuperar la fascinación por la vida, el optimismo, la acción, la valentía, espontaneidad y la alegría innata a esa edad de oro, que debería perdurar sana para siempre en nuestro interior. Qué duda cabe que todas y todos, o casi todas y todos, queremos paz interior, equilibrio, creatividad, felicidad, diversión, alegría. Pero, para ello, de cuando en cuando, no vendría mal que revisáramos nuestras creencias. No debemos olvidar la importancia que supone el cambiar aquellas que nos limitan y potenciar las que nos enriquecen. Además, aprender a localizar esas fases educativas de la infancia, ver que pasó ahí y que consecuencias tuvo, es esencial para recuperar a esa pequeña o pequeño que un día llegó, a este misterioso y enigmático planeta Tierra, para interpretar su papel, pero olvidó como se hacía.

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