Se acaba el verano azul y llega el verano amarillo. Usted recordará, no hace mucho, la cantidad de gente que se enganchó a la caza de Pokemon. Oiga, era un dislate. Muchachos jóvenes, y no tan jóvenes, deambulando cual zombis por la ciudad en busca de unos muñequitos digitales que aparecían como un reto de tesoro. Fue una insensatez, que como todas las locuras colectivas, acaban en el sumidero de la historia. Toda una muchedumbre engañada con un juego individual-colectivo que hacía estragos entre el gentío.

Y este verano el «jueguecito» en Cataluña ha sido poner lazos amarillos, quitar lazos amarillos. Es nuestro Karate Kid especial: pulir cera, dar cera. El nacionalismo puede agotar todas las vías de diálogo con el claro enfrentamiento que plantea con los que no piensan como ellos. Se pueden poner lazos amarillos, pero no se pueden quitar. ¡Ole tus güevos! Una enfermedad, llamada nacionalismo penetra Europa capaz de convertir a los ciudadanos en súbditos de una República Amarilla.

Ahora resulta que son los de Ciudadanos los que tensamos a la sociedad y no lo son los que no cumplen las leyes. Todo tiempo tiene sus fanáticos, y estos nacionalistas lo son. Decía el Senado r John McCain, en su carta póstuma, y supongo refiriéndose a Trump: «Estadounidenses, no confundir el patriotismo con las rivalidades tribales. Debilitan la grandeza. La debilitamos cuando nos escondemos detrás de muros en lugar de derribarlos, cuando dudamos del poder de nuestros ideales, en lugar de confiar en que son la gran fuerza de cambio que siempre han sido». Y eso se puede atribuir a los nacionalistas. Son sus luchas triables, con la diferenciación que los quieren marcar, la que debilita a la sociedad catalana, enfrentada a sí misma y a sus ideales.

No habrá paz para los «malvados». A los que quitan lazos amarillos no se les presume como catalanes. No se les deja arbitrar su libertad de expresión. Sólo vale ponerlos en espacios públicos dominados por un solo pensamiento nacionalista que cuestiona nuestro Estado de Derecho. La violencia fue saltarse las leyes, pasándoselas por el forro. Haciéndonos ver que la democracia solo se escribe desde el nacionalismo de lacitos amarillos capaces de sonrojar al más normal de los universitarios. Un poco de lectura, crítica claro, y se te cura la tontuna nacionalista.

Bajo el manto de las mayores tropelías se escudan estos viejos nacionalistas que sueñan con una Cataluña solo de ellos y para los que piensan como ellos. Una auténtica puñalada a la democracia liberal, abierta y humanista por la que se dejaron muchas vidas en esta Europa. El Estado Español deberá habilitar una aplicación en el móvil que haga aparecer los lugares profanados por esta caterva de sectarios nacionalistas. Un plano visual donde aparezcan los sitios manchados por los lazos amarillos, para poder ir a quitarlos. Y así ver cuantos espacios recuperamos y cuantos vuelven a ensuciar. Sería una aplicación interactiva donde la información fluiría con espacios ocupados y desocupados. Un «Pokemon Amarillo» para poder liberar al mundo. Porque solo las mayores de las maldades de la historia, el nazismo y el comunismo, utilizaron el espacio público para eliminar la democracia. Unos, los nazis, señalando al pueblo judío, marcándoles, señalándoles, denunciándoles, eliminándolos, como hacen los nacionalistas catalanes con los que quitan los lazos amarillos, para llamarles bichos, o bestias. Y otros, los comunistas, reescribiendo la historia, adoctrinando a los niños en las escuelas -como hacen los nacionalistas-, y ocupando territorios para anexionarlos al objetivo común. Como la locura nacionalista de los paisos catalans.

Da igual lo que les digamos a los que están completamente en la secta nacionalista. Solo un cambio de generación, los hará caerse del burro. Y llegará. Porque igual que se acabó la fiebre del Pokemon clásico, la nueva epidemia de nacionalismo tiene un fin escrito. Pero mientras, convendría protegernos de ellos haciéndoles que cumplan la ley. Porque todo juego, digital, tienes sus normas. Y la democracia también. Y cuando no se cumplen, no puedes jugar. O te expulsan del juego, o te meten en la cárcel. No podemos pensar que la democracia admite todas las variantes. Hitler ganó democráticamente y cometió la mayor atrocidad de este siglo pasado. Lean, y quiten lazos amarillos.