Estamos viendo todos los días que algún loco criminal confeso, se deshace de su pareja matándola. Este tipo de suceso ya ha ocurrido en Orihuela otras veces y lo más que hemos visto los ciudadanos han sido las caras de póquer de algunos de nuestros políticos, asesores y poco más en los plenos, leyendo algún lastimero comunicado y sus caras largas en las puertas del Ayuntamiento, guardando algunos minutos de silencio que a los correspondientes asesinos les servirán como enseña de su crimen, pero no de su castigo; todo ello como es natural dentro de las horas de trabajo, que una cosa es el sentir, del que yo estoy seguro que todos lo sentimos y otra el hacer y aquí viene el terrible dilema. Como es lógico, nuestros políticos han cumplido, los jueces y policías, también, pero para las familias de las víctimas, la verdadera pena y la ruina. Para el matador, todo son ventajas. El asesino machista se ha liberado de la mujer a la que ya no quería, la que lo fiscalizaba y la que le pedía que le ayudase a empinar la olla ante las dificultades actuales y la que al hartarse del esperpento de pareja que tenía, un día le dijo, o esto cambia o búscate otra tonta que te aguante y que trabaje para que tu hagas el vago; poco más o menos así ha podido ser. Después? todo vuelve a su rutina, los políticos a sus cómodos cargos, los policías, jueces y abogados a su rutina, los familiares a rumiar sus penas y el responsable del delito a su cómoda prisión, ya no tiene que preocuparse, pues le dan de comer. Ya nadie le recuerda que la olla está vacía y en su propiciado cautiverio no tiene más que pasear, leer si quiere, ver la televisión, recibir atención médica y social si la necesita y asistencia letrada, por si tiene alguna queja, ya no tiene que sufrir sol o frío en la calle y pasarse el día pensando en las mentiras que tiene que inventarse para seguir engañando a su pareja. ¡Qué vida eh! Si tiene alguna amiga, algún bis a bis, y a seguir contando mentiras a los nuevos vecinos.

Así el machismo depredador no hay forma de tratarlo, no sería mejor y ésta es mi propuesta pública, obligarles según la gravedad del delito cometido, someter a todos estos asesinos viscerales a que pagaran la gravedad de sus penas haciendo trabajos no forzados, pero si obligados durante todo el tiempo de su condena, para que al menos le fuera devuelta a la sociedad con el producto de su trabajo y a los damnificados de sus crímenes una parte del daño causado y no como ahora que van a la cárcel a comer, a engordar y a portarse bien porque no tienen a nadie a quien matar con tanta facilidad. Fíjense amables lectores como se hizo el Valle de los Caídos y eso que aquello solo era por delitos de pensamiento, al menos que estos criminales paguen lo que se comen y gastan en la cárcel: ¡Entonces matarían menos!

¿Es posible que después de tanto tiempo y tanto tiempo cobrando de la política, no sean capaces ni tan siquiera de buscar ésta u otra idea-solución que ayude al menos a frenar a tanto cafre? ¿O lo vamos a solucionar solo con mas minutos de silencio, más sueldos perdidos y más caras de póquer? ¡Que pena de democracia ésta!