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La tele que me mata

Para las personas que vivimos solas, cada vez más numerosas por cierto, la televisión es un aliado fundamental. Y muchos espectadores consideran (consideramos) a Tele 5 como el chiquero o pocilga de las cadenas privadas, y no es para menos; anoche me impuse la obligación de ver «eso» que anuncian como Las Campos porque creo firmemente que para opinar hay que conocer aquello sobre lo que se opina; y solo pude aguantar media hora las andanzas de las tres damas paseando por Nueva York, hasta que llegué al momento del sacrilegio: María Teresa Campos, otrora estrella de la televisión y -en mi opinión- periodista de fuste al menos hasta hace unos años, apareció frente a las vitrinas de la joyería Tiffany vestida y caracterizada de Audrey Hepburn en la inolvidable escena de la película Desayuno con diamantes. Grotesco. No hay perdón para la suplantadora ni para la cadena que la ha arrinconado a lo más infecto. Sin comentarios.

Y dada la trayectoria de la cadena, me sorprende que esté emitiendo una serie de gran calidad, que la redime un poco porque es una perla entre la basura: The Good Doctor. Se trata de una interesante historia que tiene como protagonista a un cirujano autista, aunque mis amigos médicos lo sitúan más como un asperger, una forma de autismo conocido como Trastorno de Espectro Autista, que afecta a personas normales y generalmente muy inteligentes pero con dificultades de comunicación y socialización. Técnicamente es una serie perfecta, con un realismo asombroso en el terreno de la cirugía, y con un mensaje muy claro: quien quiere, puede. Así que Tele 5 limpia un poco su merecida mala imagen con una serie que es probablemente lo mejor del verano en el terreno televisivo. Véanla.

Y hablando del verano, siempre he tenido la sensación de que a partir del 15 de agosto, ese Ferragosto que este año nos castigó más duramente que en los últimos años con un calor asfixiante, empieza su declive por mucho que septiembre hace mucho que dejó de ser símbolo otoñal para ser una continuación veraniega, al menos hasta que llega la temida gota fría. Un verano que se ha cebado con las catástrofes naturales, y que en lo social ha continuado con el protagonismo del asunto catalán. Y pinta mal este asunto, hasta el punto de que los partidos conservadores ya reivindican el regreso del Artículo 155. Desde la perspectiva española cuesta entender la realidad catalana que tanto está afectando a la convivencia, y que no tiene pinta de resolverse sino más bien al contrario. El nuevo gobierno socialista está haciendo equilibrios en esa cuerda floja, en un intento de suavizar tensiones y acercar posturas, lo que es considerado por la oposición conservadora como un síntoma de rendición. Catalunya está echando un pulso al Estado, se mire por donde se mire, y su actitud radical parece inamovible a corto y a largo plazo, reafirmándose cada vez más en su deseo independentista; y no parece acertado que la oposición se radicalice a su vez, cuando lo lógico y deseable sería un apoyo incondicional al Gobierno al menos en este trascendental asunto; y no solo la oposición, también algunos partidos que apoyaron a Pedro Sánchez en la moción de censura que acabó con el gobierno de Rajoy, y que ahora utilizan el apoyo ofrecido como moneda de cambio para determinadas cuestiones. Para que el gobierno se mantenga firme es necesaria la colaboración sin fisuras de todos los partidos constitucionalistas; que un sector muy amplio de catalanes aspire a la independencia es algo que se debe respetar, y es tan obvio como el respeto debido a todos los españoles que no estamos de acuerdo con la secesión de esa parte de España, catalana pero española. Pero tal y como están las cosas me temo que la firmeza gubernamental no va a ser suficiente viendo cómo respira el govern. Veremos. Por lo pronto en el incipiente otoño seguiremos con el largo verano sin que las hojas empiecen a alfombrar las calles, y con una clara prueba de fuego: la exhumación de los restos del dictador. El otoño se presenta tan caliente como el verano, así que ojo a los incendios!

P.D. El aire acondicionado del Mercado Central sigue averiado.

La Perla. «Estoy en una edad en que si me dicen Te quiero, automáticamente pregunto: ¿Para qué?» (Popular)

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