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Juan José Millas

Tierra adentro

Juan José Millás

La pastilla

En la playa, cerca de mí, un niño le pregunta a su padre (eso supongo, que es su padre) si la palabra «mar» es un sustantivo o un adjetivo. ¿En qué clase de familia, me digo, se puede hablar de estos asuntos con una naturalidad tal? El niño tendrá unos trece años. El padre, unos 45. No veo a la madre cerca, quizá no esté, no sé.

-Un sustantivo, hijo. ¿Por qué?

-Porque algo tan grande debería ser un adjetivo.

El padre se le queda mirando unos instantes con expresión de duda y cambia de conversación:

-¿Y con las chicas cómo te va?

Se ve que prefiere hablar de sexo antes que de gramática. En la antigüedad los temas prohibidos eran los venéreos. La gramática, en cambio, era obligatoria. Todo cambia. El chico rehúye la pregunta del padre y los dos se permanecen en silencio hasta que el joven insiste:

-Debería ser un adjetivo.

-Lo que tú digas.

En esto, una mujer que viene de bañarse se sienta junto a ellos. Les dice que el agua está estupenda y que por qué no se animan a darse un chapuzón. El crío le responde preguntándole:

-¿Tú no crees que la palabra «mar» debería ser un adjetivo?

-Por mí, como si es un adverbio. Lo importante es que está a veinticuatro grados.

-Veinticuatro grados -replica el adolescente- no son muchos para un adjetivo. Un adjetivo no tiene fiebre hasta los 40.

De súbito, el niño empieza a producirme miedo. Me imagino encontrándome con él en un pasillo oscuro. Pasillo es un sustantivo, pero debería ser un adjetivo (esto es mío). De hecho, si lo piensas, una casa sin pasillo es una casa desadjetivada.

El hombre y la mujer se miran con gesto de preocupación o de fastidio. Él le hace una seña imperceptible a la que ella responde sacando del bolso una pastilla que administra al niño con un poco de agua. Me moriría por tomarme yo también esa pastilla, sea de lo que sea. Al poco, el chaval se adormila y la pareja de adultos se levanta y camina de la mano hacia la orilla. Yo me quedo observando al crío. Normalmente, en la playa, miro el mar, pero el espectáculo, hoy, se encuentra en la toalla.

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