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Grecia y la próxima tragedia

El país heleno deja atrás los rescates sin que se hayan resuelto las carencias del euro

Grecia deja atrás ocho años de rescates y recupera soberanía financiera en la medida en que puede recuperarla un país que acudirá a pedir prestado en los mercados con una mochila de deuda pública equivalente al 180% del producto interior bruto (PIB). El vía crucis de los griegos desde que en 2010 se convirtieron en el epicentro de la crisis del euro deja debates por zanjar._Por ejemplo, si el retrato actual del país, con el PIB un 25% inferior al de hace ocho años, la capacidad de compra de las familias mutilada en un 40% (las pensiones fueron rebajadas hasta en una docena de ocasiones) y el cargamento de deuda pública antes citado, es o no una evidencia sólida del fracaso del recetario de la austeridad y de la dialéctica acreedor-deudor que prevaleció en las relaciones entre Grecia y Alemania, el socio europeo dominante.

Este último apeló en distintas ocasiones al llamado "riesgo moral" y a su convicción de que los impuestos de los alemanes y de otros europeos no debían emplearse en reparar los despilfarros de la sociedad helena y de sus gestores. No se habló tanto de riesgo moral para referirse al hecho de que los bancos extranjeros -sobre todo prestamistas alemanes y franceses- perdieron menos de lo que probablemente debieron haber perdido por su responsabilidad en el endeudamiento desmedido y opaco de Atenas (las cifras reales se ocultaron hasta 2010).

Suele decirse que en la forma en que se sale de una crisis está el germen de los desequilibrios que desencadenarán la siguiente. La efeméride de Grecia por el final de la era de los rescates es un buen momento para poner la vista sobre la siguiente situación: hasta siete países del euro tienen en 2018 niveles de deuda pública que superan o están próximos al 100% del PIB: Grecia (180%), Italia (132%), Portugal (125%), Bélgica (103%), España (100%), Francia (97%) y Chipre (97%). El endeudamiento privado que amplificó la capacidad destructiva de la Gran Recesión se ha transformado en pasivos estatales que suponen la principal vulnerabilidad de esos países y del conjunto de la zona euro, donde la nueva arquitectura institucional para prevenir problemas como los de 2010 (unión bancaria y más unión fiscal) encallan en cuanto la negociación toca capítulos que requieren que Alemania y sus aliados del Norte compartan riesgos con los del Sur.

La economía de la UE crece, España crece y Grecia también crece (en torno al 2% este año), pero en algún momento volverán las dificultades y, a este paso, la comunidad del euro no habrá resuelto para entonces sus carencias. Sería trágico que, como consecuencia de ello, los mismos u otros europeos tuvieran que pasar en unos años por lo que han pasado y aún están pasando los griegos. Un pueblo exhausto y sin ganas de celebrar el fin de los rescates.

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