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Las hemorroides

Dilataciones vasculares incómodas pero con buenas soluciones

Las hemorroides, popularmente conocidas como almorranas, son dilataciones vasculares, localizadas en la región anal. Pueden ser "internas", que se detectan por la aparición de sangre mezclada con las heces y "externas", que al estar colocadas bajo la piel producen dolor, escozor, y prurito cuando aumentan de tamaño. Su principal factor desencadenante es el mal funcionamiento del intestino, al que se unen otros agentes externos. No solo la predisposición biológica, sino también el estreñimiento crónico, el esfuerzo físico excesivo y el sedentarismo prolongado contribuyen, en gran medida, a su desarrollo. Según las estadísticas, es más frecuente en las mujeres y se agrava durante el embarazo, sobre todo en el último trimestre y ambos, estreñimiento y hemorroides, constituyen unas de las mayores incomodidades de este período gestacional. ¿Y cómo se puede prevenir o, en su defecto, evitar, el agravamiento de este trastorno tan molesto? Pues, sencillamente, llevando a cabo una alimentación rica en fibras de las contenidas en los cereales, verduras y fruta, evitando comidas condimentadas y no abusando del café, té, alcohol, pues todo ello ocasiona un efecto irritante del plexo hemorroidal produciendo una intensa agudización del problema. No hay que olvidar que, los baños de asiento y las pomadas antiinflamatorias, mejoran notablemente las molestias en las fases agudas. Por otra parte, existen métodos modernos que algunos especialistas aplican en consulta ambulatoria, con anestesia local, y que las tratan favorablemente en estadíos iniciales: infrarrojos, láser, bandas elásticas etc. A pesar de todo, en ocasiones, es necesario recurrir a la cirugía que, afortunadamente, no plantea mayores dificultades. Sin embargo, se nos erizan los pelos cuando repasamos fríamente la historia de los tratamientos quirúrgicos. En efecto, se han usado remedios cáusticos que las quemaban, hierros al rojo vivo y cuchillos para seccionarlas, pinzas para prensarlas y garfios para desgarrarlas. Hoy, estas operaciones quirúrgicas, tienen otro aspecto por muchas razones; por una parte, los antibióticos han disminuido las posibilidades de infección, los analgésicos eliminan el dolor postoperatorio, la anestesia hace indolora la intervención y no hay necesidad de dejar gasas en el recto ni de llevar a cabo curas aparatosas. Qué duda cabe que nadie se muere de hemorroides. Pero, lo cierto es que, cuando se agudizan, producen, aparte de la sintomatología característica, gran desasosiego, desazón e incomodidad que impiden se puedan sufrir en silencio. Vale la pena, por tanto, prevenir su aparición, simplemente cambiando el estilo de vida y los hábitos de alimentación.

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