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La encrucijada de la información taurina

Con la feria de Bilbao recién comenzada, los aficionados de la terreta a buen seguro que andan esperando la doble actuación de José Mari Manzanares en la Aste Nagusia, el puerto más importante de la carrera taurina agosteña. El martes hará el paseíllo junto a Enrique Ponce y Roca Rey para lidiar toros de Núñez del Cuvillo, y al día siguiente con Padilla y El Juli ante astados de Garcigrande. Salvo el jerezano, el resto también hace doblete en el coso de Vista Alegre.

Mientras todo esto va ocurriendo, van llegando noticias del devenir de este agosto tormentoso y caluroso a la vez. Y en esta vorágine de acontecimientos taurinos, de ferias que cuentan por decenas de miles sus asistentes, echa uno un vistazo a los medios de comunicación y comprueba el desolador panorama que se le presenta a la tauromaquia, si nadie lo remedia. Desde que la prensa se instituyó como el cuarto poder, ya se sabe aquello de que quien no sale en ella, no existe. Primero fueron los medios en papel, luego la radio, más tarde la televisión y, apenas hace un par de décadas, todos los soportes se reinventaron con internet y su poliédrica realidad. Y en ninguno de esos soportes, seamos sinceros, acaba de tener el toreo una repercusión acorde a la masa social que mueve la fiesta y a la demanda que podría responder. ¿Por qué? ¿Qué intereses espurios apoyan este silencio?

Como ejemplo, el botón de la televisión: la presencia taurina ya casi ni es testimonial. En RTVE, solo el programa semanal Tendido 0 se mantiene en antena, con las retransmisiones de festejos en directo denostadas. A nivel autonómico, ya se sabe que la novísima televisión valenciana no da ninguna cabida a los festejos, mientras que Canal Sur y Televisión Castilla-La Mancha (también algo la televisión extremeña) se llevan el gato al agua con generosas cuotas de pantalla de tema taurino con índices de audiencia fenomenales. TeleMadrid parece que vuelve a retomar el pulso con nuevo equipo y parece que renovadas intenciones también. En Murcia también tienen su modesta aportación. Poco más.

El caso opuesto sería Internet, mucho más democrático en cuanto a voluntad popular se refiere. Abundan portales y blogs relacionados con el toro, aunque aquí se echa en falta el rigor y la profesionalidad, que por otro lado es, a nivel general, el virus que ataca a la prensa desde el advenimiento de la red de redes. En ella hay más ventanas abiertas que nunca, pero la nitidez de sus cristales es, en muchas ocasiones, dudosa como poco.

Ante este panorama, quienes escribimos/hablamos de toros en los medios tenemos que sortear terrenos resbaladizos de la actual coyuntura social. La defensa de la legitimidad de la fiesta, tan atacada esta última década, ha entrado en conflicto con la denuncia de los aspectos a mejorar en la tauromaquia. Por ejemplo, resulta difícil que algún medio haya hablado de la malísima actuación del Juli en la Malagueta esta semana, o que se saquen a relucir las podredumbres del sistema taurino militante sin que le achaque al plumilla de turno el sello de antitaurino. Incluso entre algunos fans de toreros ocurre, como en nuestra ciudad, por ejemplo, donde no cae bien aseverar que Manzanares está viviendo su temporada menos brillante, o poner cualquier pega al actual pliego de concesión de la plaza. El sector solo quiere que se hable de lo bueno, porque al fin y al cabo es publicidad, y los informadores que viven exclusivamente del toreo no suelen atreverse a contar verdades, si estas duelen y les pueden tocar el bolsillo. Estómagos agradecidos. Uno acaba por dudar en ocasiones entre la denuncia y la renuncia, pero la dignidad está por encima de todo, especialmente cuando se está por afición y devoción. Afición y devoción al toro, al rito y al trance irreflexivo belmontiano. Por lo demás, el refranero sentencia: que cada palo aguante su vela.

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