No soy más listo que nadie. Lo digo sin ironía, sin el aplomo con que Pablo Casado el Aznarín es capaz de hacer el populismo demagógico que, como mal cristiano, ve como viga en ojo ajeno la pajita en el suyo, por ejemplo, a cuenta del terror de los terroristas y del dolor de las víctimas de ETA. El líder del nuevo PP no duda en usar la desvergüenza para, ante un acto de partido, apropiarse de las víctimas y criticar al Gobierno por lo mismo que hicieron todos los gobiernos, incluidos los del PP, es decir, aplicar la ley en relación al acercamiento de presos etarras a cárceles del País Vasco. De nuevo, el cinismo de este grupo es morrocotudo. Pero es agua bendita para su clientela. No soy más listo que nadie, digo, pero llevo en esto mucho tiempo y, al igual que el PP es el PP y uno sabe lo se espera de él, Telecinco es Telecinco y uno sabe que dice una cosa pero hará lo que tenga que hacer si flaquean sus datos de audiencia.

Hablo de Ya es mediodía, el programa que presenta Sonsoles Ónega antes del informativo y que pretendía, suprimido en Cuatro Las mañanas de Cuatro, enfrentarse al consolidado Al rojo vivo de La Sexta. El fracaso se olía, se intuía, y en estas piezas quedó constancia escrita. El perfil de audiencia que ha criado Telecinco es alérgico a nada que no sea tumulto, famosillos baratos, chismes de semen, chuminadas de sus colaboradores, peleas reales o fabricadas, en fin, universo Mediaset en el que política, actualidad, y tertulia sobre ellas apenas tienen cabida. Así que Ya es mediodía, con audiencias ridículas, ya ha virado sus contenidos. Y de la cacareada actualidad política ha dado paso a «la actualidad» de Ya es chismorreo. Y Sonsoles tragando quina.