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Catástrofes varias

Lunes

SALTA CONMIGO

Estaba leyendo sobre el accidente de Vigo cuando el suelo ha comenzado a temblar. En Vigo, una plataforma se ha hundido por el peso de la multitud que asistía a un concierto; en casa, un terremoto ha agitado los platos de cerámica colgados de la pared. Según nuestros baremos filosóficos, en Vigo se ha producido un accidente y en la provincia una catástrofe natural. Las terapias preventiva y paliativa contra un terremoto asumen que no hay forma de evitarlos, pero sí de minimizar sus consecuencias. En cuanto al siniestro vigués, la mecánica comparada con un terremoto aconseja situar estos acontecimientos en lugares razonablemente inmunes a avalanchas y derrumbamientos, impedir aglomeraciones exageradas y habilitar servicios de asistencia ante eventualidades. Sin embargo, aceptamos que los ingredientes esenciales de un concierto según la liturgia musical contemporánea incluyan determinados factores de riesgo y así convertimos sus consecuencias en tan «catastróficamente naturales» como las de vivir en una zona de actividad sísmica: densidad de espectadores superior a la de Bangladés, nivel de decibelios que incomunica inexorablemente y consumo generalizado de sustancias bloqueadoras. Es peliagudo moderar esta parafernalia sin la colaboración de las futuras víctimas, esa revoltosa generación que ha inventado el «balconing».

martes

BARCO SALVADO

Aunque los bomberos del retén de guardia estén intentando sofocar el fuego del «Aquarius» con la espeluznante versión de que se ha adoptado la decisión que Pedro Sánchez buscaba desde el principio, es evidente el cambio de criterio tras la ceremonia propagandística de hace un par de meses en Valencia en la que seiscientos inmigrantes fueron recibidos por seiscientos periodistas. A pesar de ello, me pareció un gesto loable aunque irrepetible. Los paladines solitarios obstaculizan las políticas comunes y el asunto es lo suficientemente grave como para no tolerar demasiadas frivolidades promocionales de los políticos con prisas. Imagino a Merkel en Doñana acariciando significativamente a un animal en peligro de extinción, el lince ibérico, mientras recuerda a nuestro presidente quién manda en alemán esdrújulo. A continuación, el Gobierno desvía otro barco con inmigrantes a Algeciras, provoca allí un conato de motín, intenta apropiarse de un acuerdo cuyo artífice es Macron, recula cuando los franceses tuercen el gesto y, por fin, se desembaraza de un embrollo que él mismo ha engordado por afán patológico de notoriedad. Caray con los titulares.

MIÉRCOLES

PUENTES DE CRISTAL

Contra lo que suele afirmarse, es falso que Napoleón no creyese en el azar; por el contrario, procuraba amortiguar su influencia precaviéndose frente a todas las hipótesis imaginables. Mucho más que el siniestro de Vigo, el desplome de un puente en Génova desmiente la condición azarosa de algunos sucesos. Los puentes no caen fulminados por la maldición o el destino. Son construcciones diseñadas para perdurar, sometidas a desgaste y consecuentemente necesitadas de mantenimiento. Las ecuaciones que calculan la resistencia de materiales permiten pronosticar su declive. A diferencia de la plataforma de madera de un malecón, que no está pensada para resistir el peso de una multitud que bota compulsivamente sobre ella, un puente ha sido construido para soportar por exigencia de su finalidad cargas extremas e ininterrumpidas. Si se derrumba sorpresivamente sin intervención de fenómenos naturales, algo ha fallado. Entonces comienza el carnaval de sospechosos habituales como «la fatalidad». Un dato vergonzante: el puente de Génova superó en 2.016 unas pruebas de esfuerzo que evidentemente fueron protocolarias. Napoleón no lo llamaría azar.

jueves

NÁUFRAGO

El periódico advierte del riesgo de incendios a causa de la ola de calor y, con cierta incredulidad, observo por la ventana el ventoso aguacero que ha oscurecido las calles. La realidad es caprichosamente ambigua. Yo me tengo por persona respetuosa con las leyes, pero anoche fui cómplice de piratería cuando intenté ver por internet el partido entre el Atlético y el Real Madrid. Las alternativas eran abonar cincuenta euros al mes por dos o tres partidos medianamente interesantes o que Ramos y Griezmann abaraten costes renunciando a cobrar quince millones de euros por patear una pelota. Descarté ambas posibilidades: yo no tengo cincuenta ociosos euros que malgastar y ellos pueden alegar que los tatuajes están carísimos. Indultada así mi conciencia, localicé una de estas conexiones ilegales y aparecieron los capitanes saludándose. Pero la imagen se congeló repentinamente y dos horas más tarde Godín y Ramos seguían estrechándose las manos. Había olvidado una tercera posibilidad: no ver el partido por castigo divino. Entonces imaginé que sufría una ola de calor mientras la casa comenzaba a inundarse, que es casualmente lo que ocurre en estos momentos.

viernes

CAMPANADES

Con pinceladas impecables pero algo estereotipadas (el coro ha interpretado «Imagine» y «Over the Rainbow» y un voluntario ha recitado «Por quién doblan las campanas» de Donne), el recuerdo menos institucional a las víctimas del 17-A ha transmitido sinceridad, lo único exigible a estas elegías. El resto del programa ha sido una actualización frustrada del «Mio Cid»: qué buenos vasallos si tuviesen buen señor. La incógnita no era si la Generalitat intentaría convertir un duelo cosmopolita en la enésima exhibición de aldeanismo gárrulo, sino cómo y cuándo pensaba perpetrarla; pero sus mamporreros oficiosos de las CDR (Cuerpos de Defensa de la República, nada menos) no se han atrevido a boicotear la concentración en la Plaza de Cataluña y Torra ha debido contentarse con pataleos ridículos como homenajear a Trapero y Forn, dos monosabios del «procés», o convocar una manifestación frente a la prisión donde se encuentran encarcelados los golpistas. Ya les digo que son gente burda: respeto a las víctimas y apología del delito. En cuanto al capo del clan, las implicaciones simbólicas de un exilio en Waterloo comienzan a afectarle: Puigdemont ha insinuado que el imán que organizó el atentado era un agente del CNI.

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