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Joaquín Rábago

Botines culturales

Se preguntaba con razón el otro día del conocido crítico alemán Hanno Rautenberg qué pasaría si un italiano tuviese que viajar a Senegal para contemplar el David de Miguel Ángel.

O si un alemán hubiera de trasladarse a Sri Lanka para admirar el famoso altar de Grünewald y un francés, al Perú, para ver el original de un campo de amapolas pintado por el impresionista Claude Monet.

Pues bien, eso es lo que les pasa a los ciudadanos de esos y otros países del mundo en desarrollo que se han visto despojados de buena parte de sus tesoros artísticos durante su período colonial y que tienen que viajar a Occidente para ver lo que en teoría les pertenece.

Ocurre, por ejemplo, con los bronces de Benin, una colección de más de un millar de piezas creadas a lo largo de varios siglos a partir del siglo XIII y procedentes del palacio real del reino africano de ese nombre, de la mayor parte de las cuales se apoderaron los británicos.

Hoy están repartidos por varios museos del mundo esos bronces, que posibilitaron una mayor apreciación de la cultura africana por parte de los occidentales, que no podían creerse en un principio que unos pueblos que hasta los ilustrados como el gran filósofo Kant consideraban primitivos, pudieran ser capaces de crear tanta belleza.

Pero otro tanto ocurre, por ejemplo, con los llamados mármoles de Elgin, parte del friso del Partenón de Atenas y que durante el imperio otomano un oficial británico de ese nombre ordenó retirar de su lugar original y hoy pueden admirarse, junto a muchas otras maestras del arte clásico griego, en el Museo Británico.

Por no hablar del que es acaso el más famoso busto de mujer del mundo, el de Nefertiti, creado en el siglo XIV antes de Cristo aunque descubierto en 1912 por un egiptólogo alemán y que es hoy uno de los tesoros del Neues Museum de la capital alemana.

La lista es interminable: se calcula en nada menos que 30 millones los objetos artísticos y culturales de todo tipo llegados a Europa, en su mayor parte fruto de la rapiña, y hoy repartidos por museos o colecciones públicas o privadas de todo el mundo.

Esa gigantesca expropiación es de nuevo objeto de debate por la construcción en Berlín de un museo dedicado a las culturas del mundo, bautizado foro Humboldt, en recuerdo de los sabios Alejandro y Guillermo de Humboldt, y cuya inauguración está prevista para el próximo año.

Ese nuevo museo, para el que se está reconstruyendo el llamado palacio de Berlín, albergará las importantes colecciones que formaban parte tanto del Museo Asiático como del Museo Etnológico de la capital alemana.

Para dirigirlo se ha nombrado precisamente a quien estuvo años al frente del Museo Británico, Neil MacGregor, un hombre que siempre ha defendido que los mármoles de Egin sigan en esa institución londinense pese a las continuas reclamaciones por parte de Atenas.

Y, sin embargo, tras décadas de negativas por parte de los gobiernos occidentales a devolver al menos parte de los tesoros robados, parece que algo empieza a moverse después de que el presidente francés, Emmanuel Macron, se comprometiera en Burkina Faso a hacer lo posible para que muchas de las piezas que están hoy en su país vuelvan a sus lugares de origen.

En declaraciones al semanario Die Zeit, el intelectual camerunés Achille Mbembe considera que Europa "está obligada" a devolver al menos algunos de esos objetos, pero agrega que tal política de restitución debería ir acompañada de la creación de museos e instituciones capaces de albergarlos y a cuya financiación deberían contribuir las antiguas potencias coloniales.

El problema, reconoce, es que "muchos gobiernos africanos carecen de política cultural y no se toman en serio ni el arte ni la cultura" porque si no fuera así, dice, Camerún debería estar ya reclamando, por ejemplo, al futuro foro Humboldt el trono del reino bamum, supuestamente regalado por el rey Ngoya al emperador Guillermo II.

"No se trata de culpabilizar al otro, explica Mbembe, sino que África y Europa tienen ambas que descolonizarse. Y para ello hay que empezar por saber por qué ocurrió todo aquello. (€) La amnesia no es una opción válida. Sólo el conocimiento nos libera del pasado y nos permitirá proyectar un futuro totalmente nuevo".

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