s una de las regiones menos integradas del mundo, sin un proyecto común. Las dos potencias regionales, Argelia y Marruecos, tienen congeladas sus relaciones y su frontera está cerrada desde 1994; la Unión del Magreb Árabe creada en 1989 está congelada. el punto fundamental de discordia es el Sáhara. Libia es un estado fallido con dos gobiernos cada uno apoyado por un sector árabe. Túnez es el único resultado palpable de la primavera árabe; gracias a la implantación única de los sindicatos (la UGT tunecina) y el papel, también único en el mundo árabe, de la mujer. Todos ellos afrontan el regreso de los voluntarios yihadistas, militantes del ISIS, tras la derrota en Siria. Todos ellos son fronteras mediterráneas con la Unión Europea, punto de llegada de la migración subsahariana.

«La posición que España ocupa le confiere la responsabilidad de velar por la consolidación de un entorno seguro particularmente en el Mediterráneo, donde en los últimos tiempos numerosos países de la orilla sur están inmersos en importantes procesos de cambio político, que requieren nuestra atención, colaboración y cooperación en la creación de nuevas estructuras democráticas y opiniones públicas moderadas. No puede olvidarse, de otro lado, que la seguridad de España y la plena estabilidad mediterránea sólo se logrará si su entorno inmediato, Oriente Medio y el Sahel, se mueven en la dirección adecuada y se asegura el control de tráficos ilícitos que tienen su origen en Iberoamérica y el golfo de Guinea, que exigen una presencia en el Atlántico, y, en consecuencia, el desarrollo de políticas de colaboración con los países de ambas orillas. Así pues, no puede descuidarse la vigilancia, prevención y actuación, a la hora de controlar males endémicos que desde el África subsahariana se proyectan hacia el norte de este continente y acaban por afectar a España directamente». (Directiva de Defensa Nacional 2012 Presidencia de Gobierno).

La situación en Marruecos y su frontera sur ha sido una constante preocupación para España, así figura en esta Directiva y en la Estrategia de Seguridad Nacional de 2017, aunque en ocasiones no lo mencionan expresamente. «Su estabilidad y prosperidad redunda en interés directo de España a la hora de asegurar flujos energéticos clave, hacer frente a la inmigración irregular, luchar contra el narcotráfico y prevenir el terrorismo yihadista»(....) «del mismo modo es importante la cooperación de España con estos países en materia de seguridad, defensa e interior a través de programas bilaterales y multilaterales» ( Estrategia de Seguridad Nacional 2017). El presidente Pedro Sánchez no ha realizado la primera visita de Estado, como es habitual, a Rabat entre otras cosas porque el rey Mohammed VI lleva meses residiendo en su castillo de Francia tras una intervención quirúrgica a la que fue sometido en la capital francesa. Marruecos, hasta ahora, no ve reconocido su papel en el control de la inmigración irregular ni apoyado financieramente como lo ha sido Turquía e incluso los gobiernos de Libia, al menos hasta los acuerdos de Sánchez con la canciller Merkel. Por si fuera poco, desde octubre del año pasado en la región del Rif hay un fuerte movimiento popular de protesta (hirak) porque se consideran abandonados; es una población joven, sin trabajo y tiene una sensación de olvido y humillación por parte de la monarquía; en el Rif los bereberes revindica también su cultura con numerosas acciones que se han extendido a otras zonas del Reino. Conviene no olvidar que los vecinos del Rif infligieron al ejército español una histórica derrota en la ciudad de Alhucemas. Ante la revuelta, Mohamed VI reestructuró su gobierno donde hay una mayoría islamista moderada y el resto un partido promovido por los asesores del propio rey. La revuelta del Rif es sin duda la principal fuente de inestabilidad, junto con el Sáhara.

La otra potencia regional Argelia apoya la independencia del Sahara, buscando una salida al océano. Su presidente es Abdelaziz Buteflika líder militar del FLN (Frente de Liberación Nacional) que pacificó las relaciones con los islamistas y que gobierna Argelia desde 1999. El problema es que tiene 80 años, y una débil salud.

España necesita inevitablemente apoyar a Marruecos y que le respalde la Unión Europea para frenar la inmigración irregular en el Mediterráneo occidental y buscar la estabilidad de los vecinos del sur mejorando la situación económica y el desarrollo en regiones como el Rif, o el turismo de Túnez y Argelia. La clave del Gran Magreb Árabe es la resolución pactada de la situación del Sahara.