El informe de la Sindicatura de Greuges correspondiente a 2017, dado recientemente a conocer en Les Corts Valencianes, supuso, entre otras cuestiones, el ratificar la persistencia de una serie de problemas en un espacio que, a simple vista, tiene pinta de ser único e idílico, como es el caso de la isla de Tabarca.

Tabarca es la única isla valenciana habitada y, además, por sus características físicas es Bien de Interés Cultural (BIC) y está declarada Reserva Natural por el extraordinario valor de sus fondos marinos. Aunque casi cualquiera diría que pertenece a Santa Pola, por razones que aquí no cabe explicar, no es así. Pertenece al término municipal de Alicante, el Ayuntamiento más potente, económicamente, de la provincia, aunque no parece que ello haya supuesto resolver los problemas de la escasa cincuentena de habitantes fijos que tiene la isla.

En el citado informe de la Sindicatura llama la atención la cantidad de reclamaciones procedentes de Tabarca y los motivos de estas: Más de 2.700 tienen allí su origen (la proporción más alta de toda la Comunidad). De ese total, 1.322 están relacionadas con temas medioambientales que, en gran medida, tienen su origen en la presión turística que soporta la isla.

La Subdelegación del Gobierno en Alicante estimó que en 2017, entre el 15 de junio y el 15 de septiembre, visitaron la isla más de 150.000 personas, lo que suponía concentrar en ese período, el 65% el total de las 230.000 que llegaron ese año. Tal vez ahí esté la raíz de muchos de los problemas: una masificación tan concentrada en el tiempo y en tan poco espacio físico, provoca problemas evidentes de sostenibilidad para residentes y visitantes.

El pasado mes de mayo, tres concejales del PP alicantino visitaron la isla para comprobar carencias y anunciaron algunas mejoras. Es el ritual habitual cuando los equipos de gobierno municipales llegan al Ayuntamiento, como ha sucedido en este caso. Otra cosa más complicada será comprobar las mejoras prometidas.

Hace apenas 15 días, y según publicaba INFORMACION, desde la Asociación de Hosteleros se reclamaban soluciones al problema del fondeo de las embarcaciones en la isla. La gran cantidad de estas crea, en muchas ocasiones, problemas con otras embarcaciones y llega a afectar a las zonas de baño, poniendo en peligro a bañistas y afectando muy negativamente a las praderas de posidonia oceánica allí existentes, que justifican la creación de la Reserva Marina y que están siendo muy dañadas por los anclajes de tantas embarcaciones. Esta situación pone en evidencia la necesidad de regular este tema desde la Consellería y el Ministerio. Existen proyectos para evitar esta afección negativa y aumentar la vigilancia por parte de personal de la Generalitat, que se ha ido reduciendo con el tiempo. Pero todo ha ido quedando en proyectos y promesas. Debería tomarse más en serio esta cuestión. Recientemente se encargó al Instituto de Ecología Litoral, por parte del Ministerio, el estudio de estas praderas como medio para combatir los efectos del cambio climático y se han tomado los municipios de Santa Pola y El Campello como pilotos en dicho estudio. Debería haberse incluido también a la propia isla para ver cómo está evolucionando, ya que es un tema preocupante.

También es necesario que, de una vez, se resuelva adecuadamente el tema del tratamiento de las aguas residuales en la isla. Gran parte de las quejas expresadas al Síndic de Greuges tiene que ver con esta cuestión. Todos los vertidos deben ser tratados correctamente, para no afectar al entorno de la isla. Recordemos que es una Reserva Marina. Lógicamente también deben ser correctamente tratados los residuos sólidos urbanos y acabar así con zonas de vertidos ilegales que tanto afean la isla, aparte del impacto ambiental que suponen.

Tabarca es una isla muy querida en el Baix Vinalopó. La gente de Elx suele ser visitante habitual de la misma y le duele que ésta no esté en las mejores condiciones que se merece. Tanto los que allí viven todo el año, como los visitantes de temporada deben tener todos los servicios asistenciales garantizados, incluidos aquellos relacionados con una asistencia sanitaria adecuada y, al mismo tiempo, ser respetuosos con un entorno tan delicado y que es único en nuestra zona. De todos depende su futuro, y las diferentes administraciones implicadas deberían ser conscientes de sus obligaciones con ella.