Ya está con nosotros. Fiel a su cita. Se quedará hasta los albores del próximo estío. Casi diez meses, que en ocasiones, con Europeos o Mundiales, se alarga hasta rozar el año. Fiel a su cita el fútbol cumple con sus tradicionales partidos de pretemporada. Vuelve cuando se aproxima el final del verano, cuando se supone que la canícula no aprieta tanto. No siempre es así como evidencian los últimos días. Desde los trofeos más famosos, Carranza, Gamper o Bernabeú, hasta los nuevos como la International Cup que los grandes equipos juegan en EE UU o China.

Todo empieza de nuevo. Época de fichajes. Es como el comienzo de otro curso, en el que todo lo hecho en el anterior no cuenta. Se parte de cero. Tanto si la campaña fue exitosa como si fue un compendio de fracasos. A algunos se les exigirán títulos, a otros ascensos, a los más que se queden donde están. Los más exigentes pedirán que además jueguen bonito, tener balón, la obsesiva posesión. Otros se conformaran con dominar, controlar los encuentros. Pero los más espabilaos optarán por el resultadismo. Conseguir las metas, alcanzar éxito en los objetivos. Lo demás puede que importe, pero no tanto.

El fútbol del siglo XXI está lleno de exotismo, y la pretemporada es un fiel reflejo. Exóticos países son sedes de trofeos veraniegos, incluso supercopas, inicio oficial de la temporada. Con Rubiales era de esperar, la de España la acaba de ganar el Barcelona al Sevilla en Tánger, ciudad marroquí con pasado hispano. Al nuevo presidente le va la marcha. Las supercopas se convierten en preludio de las competiciones oficiales de más calado. Casi todos los equipos que no las juegan las suelen minusvalorar, pero cuando las ganan lo celebran como un trofeo más a llevar a sus vitrinas.

Lo que es indudable es que para disputarlas hay que haber ganado previamente alguna competición en el curso anterior. Solo los campeones tienen acceso a ellas. Suponen el primer asalto, donde los rivales se tantean para medir sus fuerzas en posteriores enfrentamientos. La de Europa, jugada en Tallin, orgullo de ver competir a los equipos madrileños se la ha llevado, siempre con prórroga, el Atlético.

En eso están los equipos privilegiados que mandan en Europa y/o en sus países. Otros en categorías inferiores están en otras cosas, organizan sus propios trofeos sin el reconocimiento que otrora tuvieron. El paso del tiempo y la situación del club así lo han determinado. Es el caso del Hércules que, casi al mismo tiempo que se jugaba la Supercopa de Europa, vaya vista de los organizadores, con más tesón que juego pero dejando buenas sensaciones, ganó su trofeo al Real Murcia, el Ciudad de Alicante, en otros tiempos Trofeo Costa Blanca que patrocinara la desaparecida Gestoría Bertomeú.

Las ligas importantes, la Santander y la 1|2|3, las que se televisan todos los fines de semana, comienzan hoy. La maldita Segunda B, en la que el Hércules lleva militando cinco años seguidos, inicia su recorrido al siguiente, que termina con la ansiada promoción incluida, hasta bien entrado el mes de junio.

A la hora de confeccionar el calendario oficial, las competiciones internacionales y las selecciones mandan. Tras salvar aseadamente los amistosos de pretemporada, el equipo blanquiazul debuta en el Rico Pérez ante el Ontinyent, que acabara por delante del Hércules la pasada campaña. Como siempre en este grupo, demasiados equipos filiales que volverán a adulterar la competición, pero no valen excusas para que el conjunto alicantino ascienda en esta campaña, e incluso ocupe el liderato al final con permiso de los de siempre, más el descendido filial del Barcelona y el recién ascendido Castellón.