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Jorge Dezcallar

Visiones

Jorge Dezcallar

Contaminación

Según la Real Academia de la Lengua, contaminación es «la acción de contaminar» que en su acepción primera consiste en «alterar nocivamente la pureza o las condiciones normales de una cosa o un medio por agentes químicos o físicos», en su segunda acepción se traduce en «contagiar o infectar a alguien», y en la cuarta es «pervertir, corromper la fe o las costumbres». Tiene todavía otras dos más. Partiendo de esta riqueza conceptual no cabe ninguna duda de que vivimos en un mundo muy contaminado. Sufrimos contaminación ambiental por emisiones hacia la atmósfera de partículas de CO2 que crecen exponencialmente en los últimos años con graves efectos sobre la temperatura, el deshielo de los casquetes polares, la subida del nivel del mar... a pesar de que Donald Trump considere que el asunto es un «fraude» (hoax) y que la EPA (Environment Protection Agency) no proteja nada porque tampoco se lo cree. Pronto veremos a emigrantes ecológicos junto a los que ya huyen de la guerra o de la miseria. Y no hay plan B si destrozamos el único planeta que tenemos. Eso a gran escala. A escala más próxima tenemos contaminaciones por plásticos en los mares, enormes cruceros en nuestros puertos que ensucian una barbaridad, cacas de perro en las aceras... Esta contaminación depende de cada uno de nosotros.

También padecemos contaminación acústica mientras las autoridades miran hacia otro lado: terrazas y bares ruidosos hasta las tantas de la madrugada; motoristas con escapes libres que se dedican a estropear siestas y a perturbar la paz de la fauna de nuestros campos y montañas (¿dónde están los ecologistas que no protestan?); conductores que creen que la bocina es un complemento del acelerador etc. Esta contaminación acústica genera un estrés que impide descansar y está comprobado que inhibe la plasticidad cerebral y disminuye la concentración, la memoria y la misma productividad, afectando a nuestro nivel de vida. Como en sentido figurado contaminan nuestras ciudades y nuestras playas los millones de turistas que nos invaden mejorando nuestro nivel de vida y empeorando al mismo tiempo nuestra calidad de vida. O como las salvajadas y estupideces que se permiten en Magaluf «contaminan» muy negativamente la imagen de Mallorca en el mundo. También depende de nosotros solucionar estos problemas. Contaminan los virus y las bacterias, aunque aquí hemos progresado mucho. No hemos vencido a la humilde gripe ni a la temible malaria pero hemos hecho grandes avances con el SIDA o el mismo ébola que hace poco ha rebrotado en el Congo. A cambio se contaminan y adulteran las drogas para aumentar la ganancia que proporciona matar. Hasta aquí las contaminaciones obvias. Pero hay otras también muy dañinas como la corrupción que se extiende como otra auténtica plaga.

No creo que en España haya más corrupción que en otros países aunque se acabe de llevar por delante al gobierno del PP, la diferencia está en que en otros lugares la gente corrupta se avergüenza y dimite de sus cargos y aquí parece que les cuesta más hacerlo, que están pegados a la poltrona con superglú. Y encima son reelegidos. La corrupción es una plaga que contamina cuanto toca. Se empieza con Gürtel, Eres, o el 3% y se acaba no pagando el IVA al fontanero. O a la inversa.

La contaminación del lenguaje es también muy grave. Pocos países usan tantos tacos al hablar como los españoles que parecemos querer demostrar así la enorme riqueza de una lengua que compartimos con otros 577 millones de personas. Aquí no hay diferencia de género. Convivencia quiere decir vivir con y para eso se han inventado la educación y lo que antes se llamaba urbanidad y buenos modales, que facilitan mucho la vida en común. Como no llamar gorda a la vecina aunque lo esté o imbécil al del piso de abajo, aunque lo sea. Conocemos a políticos que ocupan cargos institucionales importantes y que presumen de hablar mal y de hacer faltas de ortografía. Hoy la masa impone sus gustos y sus valores y el problema es que carece de ambos, como muestran programas de televisión muy populares que alcanzan grados de chabacanería difícilmente superables. Desde el otro lado algunos políticos (¿o son «políticas»?) quieren contaminar de «corrección política» la Constitución y hasta el mismo diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Es una estupidez más. Una contaminación muy de moda son los bulos, las mentiras y las informaciones falsas repetidas hasta la saciedad por plataformas digitales y medios de comunicación hasta que acaban pareciendo verdades sin serlo.

Y que con sus falsedades contaminan nuestras mentes para apoyar el Brexit, aupar a Trump o dar alas a nacionalismos y populismos que engañan al respetable con soluciones simplistas a problemas complejos. Es una contaminación muy perniciosa porque afecta al corazón mismo del sistema democrático. Como contaminan nuestras mentes los tertulianos que pontifican sobre lo divino y humano, sepan o no sepan de lo que están hablando; y los que usan la lengua para separarnos en lugar de para entendernos mejor con respeto y tolerancia. Exigírsela como requisito a médicos y enfermeras no contribuye a nuestra salud, exigírsela a profesor de piano o de ballet raya en el ridículo. Otra cosa es que sea un valor añadido. Habría, por el contrario, que contaminarse de bondad, de educación, de cultura, de esfuerzo, respeto por los otros, de sensibilidad, de espíritu de superación, de amor y de humor, de tolerancia... Escriba usted aquí lo que quiera, aunque le suene cursi. Porque lo necesitamos. Y mucho.

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