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Manolo Alarcón

Opinión

M. Alarcón

Consumo luego existo

Les contaré que a día de hoy no me he comprado nada de rebajas. Debo ser un objetivo de esos comerciantes que confían en potenciales clientes que apuran al máximo para encontrar la ganga entre las gangas en esta última quincena del caluroso agosto que marca el final de una época de solaz y paga extra donde se cometen muchos excesos por mor de las vacaciones. Lo cierto es que no es mi caso. Más bien todo lo contrario. Sufro un exceso de consumismo del que estoy comenzado a desintoxicarme. Y no es porque no haya acudido más de un día al aroma de los descuentos, más bien es que no encuentro nada que no tenga, al menos, parecido. Aunque a veces también me embarga una sensación de agobio y saturación entre tanta ropa.

Cuando comenzamos a escuchar de la liberalización del comercio hace casi dos décadas nos pensamos que esto iba a ser Jauja y lo cierto y verdad es que lo ha sido en algunos aspectos del que todos salimos ganando. El abanico de precios y productos que podemos encontrar desde entonces es prácticamente ilimitado, la competencia se ha hecho feroz y las tiendas son auténticas boutiques donde la música te invita a bailar mientras te pruebas algo. Los centros comerciales se han convertido en las catedrales de los fines de semana del siglo XXI. Son un modo de vida donde uno puede encontrar de todo. Y el ocio y el consumo, si ya eran parientes, ahora son la misma cosa. Forman parte inseparable de nuestro nuevo estatus de vida y eso es algo que no critico, allá cada cual, y más en un modelo de sociedad en el que uno vale lo que tiene.

Si a pesar de ello nos encontramos con un descenso de ventas habrá que buscar una solución, evidentemente, para seguir comprando más. Hace cinco años fue la desregularización del sector la panacea y ahora la solución pasa por todo lo contrario. ¿No será que estamos saturados?

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