La Festa ha sido reconocida por la UNESCO como Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad. No exagero al extender la repercusión de la obra que todos los años se viene representando en Elche, donde la escenificación de creencias trascendentes como la «Dormición y Asunción a los Cielos de María» se muestra con una puesta en escena admirable, donde el texto y la música evocan y proyectan los cimientos culturales que compartimos con el mundo occidental. Las teatralizaciones de motivos religiosos tenían lugar en el mundo cristiano y eran conocidas en Francia como Mysteres; Miracles en Inglaterra; Sacre rappresentazioni en Italia; Geistliche Spiele en Alemania; o Autos Sacramentales en España. La Festa, como diría el recordado y amigo Enric Llobregat: « ? alló que es representa a Elx és un drama litúrgic i no pas un misteri ni tampoc un acte sacramental», es a partir del XIX al XX cuando se habla de Misteri. Joan Castaño considera que la Festa es un «misteri d'origen medieval», de la baja edad media, lo que comparto.

La Festa contiene una formulación escénica vanguardista en su conjunto textual y escénico, amén de la utilización de la máquina, tramoya, espacio aéreo, el Andador y el Cadafal. Distintos espacios que lo enriquecen, provocando una excelente conjunción de tiempo y espacio. Lo mismo que sucedía en el siglo XII en el que carpinteros creaban sepulcros dentro de iglesias. Un lugar adecuado, con buena visibilidad, para las celebraciones pascuales. En nuestra ciudad los tramoyistas, sastresas, peluqueros, electricistas? siguen con esa tradición de disponer adecuadamente los elementos para las representaciones de la Festa.

En el siglo V antes de Cristo se utilizó el techo de la escena (Skene) como lugar donde pudiera aparecer un dios que resolviera las dificultades de la trama o donde se le descendiera con grúa. El techo se convirtió en un segundo escenario donde ocultar la maquinaria y estancia para los dioses. La meklamé (máquina) era un dispositivo que permitía la aparición de un dios sobre un escenario en el aire o lo descendían. Estos efectos fueron utilizados por Esquilo y Eurípides 450 años antes de Cristo. En la maquinaria de la Festa tenemos como referencia las acotaciones de la Consueta de 1625 en la que se dice: « Obre`s la porta del cel i devalla lo núvol ab lo angel ab palma en la ma (?)» Hablamos del s. XVII, aunque podemos aventurar que el espacio aéreo fue utilizado a mediados del XV. Sixto Marco Lozano, en su tesis doctoral: « Ánálisis de la Tramoya Aérea de la Festa o Misterio de Elche», así lo recoge y nos ayuda a entender su complejidad y a la vez sencillo mecanismo.

La riqueza del texto dividido en dos actos, 139 versos en la primera y 119 en la segunda, con los apuntes de la consueta sobre la diversificación de los movimientos escénicos, reúne las condiciones necesarias para ser observado y catalogado como una de la más importantes manifestaciones religiosas y teatrales. Sólo en Elche ha perdurado en el marco de la iglesia. Ha mantenido la música y la palabra en el ensamblaje de las reminiscencias del canto gregoriano, la polifonía renacentista y los motetes barrocos.

Destacar la sencillez y la simplicidad de los actores, sin grandes complicaciones del gesto, del movimiento, de las miradas y la utilización de los espacios. Todo el cuerpo se convierte en lenguaje: las miradas, el movimiento, las manos, los saludos, los abrazos, el beso? expresan ideas, situaciones emocionales, a veces unidas al canto y otras al silencio, silencios llenos de palabras de profundo y alto significado. La comunicación verbal, el canto, acompañada con el gesto con precisión elaborada, expresan efectos del ánimo y ponen de manifiesto la relación interior y de la mente respecto a lo que expresa el cuerpo y el movimiento, creando una riqueza de significaciones que subyugan al público transportándolo a una cosmovisión particular y colectiva del mundo espiritual. La gestualidad de los actores se fundamenta en el Antiguo Testamento, llamémosle «gestualidad litúrgica», que responde a una dinámica simbólica, cultural y religiosa de tiempos inmemoriales. Su estructura dramática permite en el segundo acto, con la llegada de los judíos, y el intento de llevarse el cuerpo de María lograr un clímax teatral de primer orden, en el que las fuerzas antagónicas, apóstoles y judíos luchan entre sí, esto genera tensión y sostiene aún con más fuerza el conjunto dramático de la representación.

La Festa forma parte de la comunidad y, por lo tanto, de sus raíces más profundas. Tanta admiración ahora la compartimos gracias a los esfuerzos de la ciudad que hace posible La Festa, aquellas personas anónimas que en la escena o en la tramoya la han querido, amado y trasmitido. Por eso, hoy miles de visitantes, de todos los rincones del mundo, de variado bagaje cultural o distinta creencia religiosa quedan seducidos por la sobria y a la vez apasionada interpretación de los actores-cantores, por la calidad de la música, por el espacio arquitectónico, por la maquinaria teatral. El resultado es una alternancia anímica de sobrecogimiento espiritual y exaltación de la dormición y «Asunción a los Cielos de la Mare de Déu» y belleza dramática en fin.