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Drones y populismo

Lunes

ESPAÑOLES DE AMÉRICA

Hace muchos veranos, leí que un tailandés cuyo paracaídas no se había abierto aterrizó sobre una pila de heno que amortiguó la caída al punto de sufrir sólo unas fracturas. Desde Newton y su manzana, sabemos que esto es absurdo aunque el meteorito humano se desplome sobre un colchón de plumones de oca; sin embargo, el verano tiene un don intransferible para fomentar la credulidad del lector y la fantasía de los redactores. Quizás esto explique mi escepticismo tras saber que un dron ha atentado contra Nicolás Maduro durante una parada militar o un desfile de mamporreros, que en Venezuela viene a ser lo mismo. Hay noticias dudosamente verosímiles que se tornan más extravagantes conforme los interesados comienzan a especular y desde luego no ayudan a racionalizarlas algunos nombres: el ministro que ha jurado vengar la afrenta se llama Vladimir Padrino. Es lástima que estos incidentes con textura de Berlanga y Azcona corroan los esfuerzos por desarticular la bobada de la «leyenda negra». Tristemente, Nicolás Maduro y Vladimir Padrino no son «leyenda negra», sino «legado negro»- Mil perdones.

Martes

¡QUÉ ESCÁNDALO: AQUÍ SE JUEGA!

Si lo que verdaderamente les motivara fuesen la pulcritud académica o la honestidad de los políticos, hace años que los medios deberían haber denunciado la tramoya de los másteres universitarios o la veracidad de los currículos de meritorios que aspiran al sueldo vitalicio de estadista. Como evidentemente esto no ha ocurrido, sólo cabe maravillarse una vez más de tanto fariseísmo pedestre: gracias al neonato líder Pablo Casado (o «interruptus», si se confirma el diagnóstico instructor), el cuarto poder se ha dado de bruces con las conexiones adúlteras de las universidades. Limitando los daños, claro está: el tortuoso expediente de Casado es una anomalía que se adjetiva según la tendencia editorial y no otra criatura de un ecosistema contaminado. Por cierto, una anomalía ridículamente insustancial que recuerda la saga del sastre de Camps, otro episodio de pequeñeces usufructuadas políticamente con desparpajo. Mientras Camps rebuscaba el ticket inexistente de unos trajes regalados, la diputada Oramas admitió que unos electores le habían regalado un cochinillo. La imprudente confesión no trascendió porque el meollo era la cacería y no la raya diplomática, el menú de Nochebuena o la ejemplaridad.

MIÉRCOLES

LOS NUESTROS

Encuentro exagerados algunos comentarios sobre la contratación de la esposa de Pedro Sánchez por una fundación subvencionada con fondos públicos. Se trata de una reacción inercial al máster de Casado con pinceladas de enchufismo, nepotismo, clientelismo y demás «ismos» imaginables en el inabarcable océano de las relaciones laborales españolas. Sin embargo, el currículo de la mujer de César es aparentemente más denso que el de César (circulan algunos chismes asombrosos sobre la tesis doctoral de Pedro Sánchez) y nadie parece haberse molestado en indagar sobre su cualificación y experiencia. Es más discutible la avalancha de nombramientos ministeriales, aunque aquí también se tiende a la descalificación global. Jordi Sevilla o José Enrique Serrano serían buenos fichajes para cualquier administración y Alejandro Soler también lo es para gestionar el suelo público, la tarea idónea para un exalcalde de Elche. Sugiere más objeciones el nombramiento de un filósofo para que administre nuestras existencias de uranio en sustitución de un técnico con veinte años de antigüedad radiactiva. Pero es amigo de Ábalos y dirige los bastidores del PSPV en Valencia, que en cierto sentido también son radiactivos.

Jueves

LA MAREA

Tras diez años de ausencia, hoy he regresado a la playa y ahora entiendo la desolación de las calles: todo el mundo estaba aquí excepto yo. La playa es el hábitat de adolescentes libidinosos que otean desnudeces, de ancianos que remojan los tobillos en la orilla junto a sus nietecillos acuclillados que invariablemente se hacen pis entre chapoteos y de una turba de mediana edad cuyos cuerpos cubiertos de estrías parecen moldeados con plastilina de colesterol. Admito que la playa es también nuestro pozo petrolífero, aunque a ningún beduino se le ocurriría veranear en una refinería. Nosotros lo hacemos en un infierno apretujado donde sólo cuando se izase bandera roja sería posible refrescarse tranquilamente si no fuera porque está prohibido. Ninguna ola de calor ni cambio climático inminente justifica un éxodo colectivo en paños menores para embadurnarse con potingues, sufrir la picadura de medusas y no poder desplegar la sombrilla por falta de espacio. Esto es tan apropiado para sesenta millones de extranjeros blanquecinos a quienes no les importa achicharrarse como demencial en nuestro caso. Me gustaría volver a casa, pero no puedo moverme.

Viernes

LA MURALLA

Leo que existe preocupación en Bruselas por el auge del populismo como consecuencia de la inmigración. Parece más probable que en Bruselas preocupe la inmigración en sí y no uno de sus efectos secundarios, pero la noticia es para consumo interno y alude a PP y Ciudadanos, dos peligrosos partidos xenófobos. Lo incuestionable es que se ha desencadenado un alud que amenaza con colapsar la frontera meridional de Europa. A continuación, los políticos giran visita a la valla, saludan a un guardia civil estresado y dan un pescozón cariñoso a un morenito desnutrido. Afortunadamente, algunos también intentan afrontar la riada con diligencia (impecable Grande-Marlaska) o se muestran proactivos frente al fatalismo o la pachorra. Casado ha sugerido un «Plan Marshall» para África y Borrell un Erasmus con la contrapartida de devolución de ilegales. Todo esto es muy caro, pero al menos traslada el esfuerzo al epicentro del problema y no a su desembocadura. Ha habido oleadas migratorias más intensas (millones de alemanes se reasentaron en Alemania occidental tras 1.945), pero fueron de único impacto y no un goteo endémico sin horizonte. En cuanto a los populismos, preocúpense por Torra.

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