Amigos, conciudadanos, pacientes y profesionales de la Salud Mental, prestadme atención! ¡A este entierro vengo a ensalzar la gestión de la Salud Mental, no a inhumarla! Y quién soy yo para opinar sobre las necesidades de la Red Asistencial, tan solo una psiquiatra que trabaja en un servicio público de la Comunidad Valenciana. Los que saben son Otros: los que manejan los presupuestos, los que reciben subvenciones públicas y privadas, los afiliados y afines de unos y otros partidos políticos, los medios televisivos que editan entrevistas y seleccionan la información que consideran relevante, con esa entonación que pone los pelos de punta, sea o no sea del todo veraz.

Unos dicen que la Salud Mental se ha depauperado en los últimos años, y es cierto, lo es hoy, lo fue ayer y anteayer. La necesidad de servicios siempre ha sido mayor que el ritmo de implementación de los medios y cuando los trabajadores hemos pedido recursos a quien correspondiera en cada momento, se nos ha increpado, «¡si no hay dinero!» o «¡si no os hacen falta!, lo necesario es que cambiéis la actitud, tratar con el corazón a los usuarios, ¡un Hospital de día no tiene por qué ser un espacio físico!». ¿Y quiénes somos nosotros para afirmar lo contrario? Únicamente especialistas en psicología clínica y psiquiatría, personal de enfermería y trabajo social, con años de preparación, dedicados a la atención diaria del paciente en los distintos aspectos de su enfermedad.

Así que cuando invocamos las ratios y afirmamos que difícilmente se pueden hacer bien las cosas si por cada 20.000 habitantes hay asignado un psiquiatra, medio psicólogo, cuarto y mitad de enfermera y trabajadora social; aunque trabajemos en las unidades de Salud Mental haciendo turno o compartiendo, según los casos, una consulta que se cae a pedazos, ¡erramos!, pues Ellos son los que Saben lo que es necesario, no nosotros.

Cuando afirmamos que una Unidad de Hospitalización Psiquiátrica debe ser un espacio terapéutico (aquí el lector puede imaginar un lugar que le relaje, una playa, un parque, un salón bien decorado del Ikea, la sala de espera de pediatría), y no un pasillo alargado que se pinta cada 10 años si un incendio lo permite, en el que pueden convivir hasta 30 pacientes distribuidos en 17 habitaciones (todas dobles menos cuatro, los aislamientos) y una sala para ver la tele, sin acceso al aire libre salvo que el plan terapéutico del paciente y las circunstancias del personal lo permitan, pues ni hay un patio directo, ni se pueden abrir las ventanas para que se dé una ventilación natural, seguramente exageramos, porque Otros saben mejor lo que se hace para evitar dosis altas de fármacos y puertas cerradas, que lo que se puede con quince, ¿no se va a hacer con treinta?

¡Ay de enfermería!, si tu supervisor te echa en cara que estás poco con los pacientes y mucho frente al ordenador y le contestas que siendo los que sois y con los nuevos programas informáticos no se puede hacer mucho más, seguro que te quejas de vicio. Y si el trabajo recae más en unos que en otros, ¡que los primeros se cuiden mucho de bajar el rendimiento, no se vaya a notar en los indicadores!

¿Que hay lista de espera en el hospital de día y no caben en los cubículos para hacer grupos? Pues a adaptarse, que nuestra generación conoció el Tetris. ¿Que faltan recursos en la red pública para tratar a largo plazo a los pacientes con Trastorno de Personalidad o Trastornos Psicóticos y se necesita soporte externo? Pues ya se pagará, ¡si los psicólogos de las unidades podrían incluso hacer intervenciones en Atención Primaria!, solo tienen que dividirse, eso sí, sin que aumente la lista de espera.

Se cierra la planta de Trastornos de Alimentación en verano, año tras año, no pasa nada? hasta que pasa porque sale en los medios de comunicación, y entonces, ¡pobre de ti que lo advertiste, que intentaste cubrir la asistencia forzando la agenda, dedicando a cada paciente el tiempo que necesita, no solo diez minutos, y ofreciendo todas las alternativas de las que dispones! ¿Acaso no ves que cualquier oportunidad es buena para clavar el puñal a tu rival político? ¿O eres de esas que ejerce igual independientemente de quien te gobierne?

Al menos, la Salud Mental se hará «viral» durante un tiempo, se reconocerá que faltan profesionales, especialmente enfermeros y psicólogos clínicos, programas específicos que de verdad estén vinculados a la red, hospitales de día; las asociaciones serán escuchadas y los pacientes? bueno, los pacientes no todos, la mayoría ha aprendido a no quejarse y a darse por contentos con poder contarte a ti lo que les preocupa. No, al paciente no le importa que quienes gestionaron el servicio de psiquiatría durante años digan justo ahora que hacen falta medios para las pacientes con Trastornos de Alimentación. No le importa que el facultativo que culpa de todos los males a los actuales gobernantes, fuera más tibio con los de antes, defendiendo desde su privilegiada tribuna el olvido de una Red de Salud Mental que no puede funcionar del aire, aunque la memoria solo llegue a tres años, como si su profunda indignación por lo sucedido hoy hubiera borrado las décadas anteriores, en las que otros programas y Unidades nacieron con fecha de cierre anunciada. Pero tiene razón, y hasta alguien como yo puede verlo, en que lo que el paciente realmente necesita es que se le atienda más y mejor, siendo encomiable que se grite a los cuatro vientos, pues opino que ninguno debería correr el riesgo de verse fuera de la red por la ideología de psiquiatra o gestor alguno, ni su futura atención debería depender del calendario electoral o de quién cuenta qué en los medios y por qué.

Siempre he creído que hay que ser de una pasta especial para dar la cara en los medios y reivindicar las necesidades de pacientes y profesionales. La mayoría, si lo hace, no pasamos de escritos que quedan en los cajones, reuniones o correos electrónicos, es verdad. Y esa pasta tiene que ser muy espesa, casi pétrea, para decir ahora lo que se calló y contuvo cuando otros intereses estaban en juego, señalando vigas propias en ojos ajenos. Porque ya lo escribió Shakespeare en su Julio César: tras ser éste asesinado por Bruto y sus aliados, su amigo, Antonio, clama al pueblo: «Pues si yo fuera Bruto, y Bruto Antonio, ese Antonio exasperaría vuestras almas y pondría una lengua en cada herida de César capaz de conmover y levantar en motín las piedras de Roma».