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Joaquín Rábago

El sueño europeo del ex Rasputín de Trump

El ex Rasputín de Donald Trump, Steve Bannon, pretende ampliar ahora a Europa su batalla a favor de la derecha populista y xenófoba tras haber contribuido a la victoria electoral de aquél en EE UU.

Bannon, estratega de campaña e ideólogo del presidente republicano hasta su salida de la Casa Blanca, parece haber llegado a la conclusión de que la vieja Europa es, gracias sobre todo a la polémica en torno a la inmigración, terreno abonado.

Su objetivo es asesorar a través de su fundación The Movement (El Movimiento) y unir a los partidos de extrema derecha del continente. Ese «príncipe de las tinieblas» ha dado ya algún consejo al partido ultranacionalista Alternativa para Alemania. Y otras formaciones europeas de extrema derecha como Reunión (antes Frente) Nacional, de la francesa Marine Le Pen, no parecen hacerle tampoco ascos.

El jefe del Gobierno húngaro, Viktor Orban, ha encontrado en Bannon a un útil cómplice en su particular batalla contra la fundación Open Society (Sociedad Abierta) del multimillonario judío estadounidense de ascendencia húngara George Soros, al que acusa de injerencia en la política interna de ese país.

La extrema derecha europea tiene entre ceja y ceja a la prensa liberal europea, a la que, como hace también diariamente en Estados Unidos el presidente Trump con los medios de su país, aquélla tacha de mentirosa e izquierdista. De ahí las medidas que han adoptado los partidos de ultraderecha gobernantes en Europa, entre ellos el Fidesz húngaro o el PiS polaco, para amordazar o controlar a los medios que les resultan incómodos.

Pero no ocurre sólo en Hungría o Polonia, sino también en Austria, el país que ocupa actualmente el semestre de presidencia europea, donde la radiotelevisión pública, ORF, es blanco de las críticas de la coalición derechista del canciller Sebastian Kurz.

La cuestión es si, como auguran algunos, a Bannon van a ponérsele las cosas más difíciles de lo que pensaba, sobre todo en los países del antiguo bloque comunista, por culpa del carácter errático de la política de Trump hacia la Rusia de Vladimir Putin.

Los polacos, por ejemplo, no acaban de fiarse de las maniobras de aproximación de Trump al amo del Kremlin y acusan al presidente republicano de tratar sólo de desunir y desestabilizar a Europa. En lo que no les falta razón.

Una cosa que Bannon no parece haber entendido en su sueño simplista de unir en un solo movimiento a toda la extrema derecha europea es la complejidad y el juego de intereses que caracterizan la política de la Unión Europea.

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