Les ruego que lean con atención la entrevista bajo estas líneas, o enlazada desde este mismo sitio si leen ustedes en versión digital. Carmen es una profesora interina, una de los 12.000 docentes que integran la bolsa de trabajo de la que se ha ido nutriendo nuestra Conselleria de Educación cuando ha necesitado completar las plantillas del profesorado de nuestros centros educativos. Es una de los 12.000, pero una un poco especial. Es la número uno de la lista. Supongo que Carmen se habrá trabajado ese mérito en sus 38 años como maestra. No consiguió ganar una plaza a través de una oposición, como muchos de sus compañeros, pero ha conseguido una posición realmente destacada en el listado laboral que promueve, por méritos, la propia Conselleria. Es decir, que no es por azar ser la número uno o ocupar una posición seis mil puestos más abajo.
Ese mérito está siendo literalmente arrastrado por el lodo por la Conselleria que dirige Marzà. Arrastrado con ignorancia, improvisación, falta de rigor, chulería y, qué ironía, muy poca educación. Arrastrado porque Carmen, pese a ser la número uno de la bolsa de trabajo, se ha quedado sin eso: sin trabajo. A ella, como a otros compañeros suyos en igual situación solo les espetan un «pues recurra y ya veremos». «Vuelva usted nunca», más o menos. Recordará sin duda el conseller, que es maestro como Carmen, los días en los que calificaba a sus alumnos y valoraba sus méritos. Algo lógico, porque los alumnos son personas diferentes y tan injusto es un aprobado general como un cero colectivo. ¿Suspendió alguna vez don Vicent al alumno que había hecho el mejor trabajo o examen mientras aprobaba al que había hecho el peor? ¿Calificó al menos esforzado o menos preparado con el privilegio de una matrícula de honor o similar distinción mientras ponía un «rosco» al más dotado? Supongo que no. Intuyo que no se lo hizo a los alumnos. ¿Y por qué a los profesores sí?
