Efin de la era de Cristiano Ronaldo en el Real Madrid deja varias certezas y más de una duda. Vender por 100 millones -la operación es de 117, pero cinco son para el Sporting de Portugal y el Manchester United y doce para Jorge Mendes- a un jugador de 33 años que lleva varios veranos echando pulsos a una de las entidades deportivas más grandes del planeta no parece una mala operación. Tampoco lo es si se tiene en cuenta que el astro portugués se va a Turín tras haber costado en 2009 unos 96 millones de euros a cambio de 451 goles en 438 partidos, muchos de ellos vitales para seguir llenando de trofeos las vitrinas del museo del Real Madrid. Pero a cambio, la casa blanca ha tenido que ir aguantando pataleta tras pataleta de CR7 que han acabado haciéndose insoportables para el club - Florentino Pérez- y para buena parte de la afición del Bernabéu por sus constantes repeticiones. Al crack portugués le han venido salvando sus números de ser el objeto de las iras de la grada: es lo que tiene marcar una media de 50 goles por temporada. Pero Florentino Pérez ha dicho basta. Ahora está por ver si el mandatario blanco ha acertado con su decisión.

Todo dependerá de que dé con el sustituto de Cristiano. Dinero le sobra. Además de los 100 kilos que ha ingresado por el de Madeira, se une que el Madrid lleva varias temporadas sin fichar a una gran estrella y el plazo fijo de los del Bernabéu está a punto de reventar. ¿Pero hay ahora mismo en el mercado un jugador con los números de Cristiano? Pues no. Pero también es cierto que la biología manda, y que por mucho que Cristiano presuma a sus 33 años de que los datos médicos dicen que su talento está encerrado en un cuerpo de un chaval de 23 años, el fútbol tiene fecha de caducidad y la curva de progresión de CR7 irá hacia abajo. Ley de fútbol, ley de vida. Y luego están los caprichos de una estrella que nunca fue bien vista por Florentino Pérez, ya que es el único de los galácticos de la era en color del Real Madrid que no fichó. Fue la herencia que le dejó Ramón Calderón después de que el dueño de ACS decidiera volver a ser presidente blanco. Nunca hubo buen rollo entre el «presi» y su estrella, que tampoco se lo puso nada fácil. CR7 fue utilizando su «arte» de la pataleta para lograr mejoras de contrato. Nunca era suficiente para el de Madeira y el comisionista J orge Mendes. Florentino fue tragando y dejándose enredar por el luso y los suyos, hasta que vio su oportunidad. Y ésta llegó a comienzos de la pasada temporada, cuando el astro dio síntomas de agotamiento.

El presidente comenzó a preparar la sucesión, algo también lógico si se tiene en cuenta que todo no pude depender de un jugador. Al final, volvió a aparecer la mejor versión de Cristiano y el Real Madrid sumó en Kiev una nueva Liga de Campeones, la «trécima». Y en plena celebración, el portugués soltó una de sus perlas, una de esas que demuestran que lo único que tiene en su cabeza es la portería rival y su ombligo, del tamaño de un agujero negro. «Fue bonito jugar en el Real Madrid» le espetó al periodista gijonés Rodrigo Fáez cinco minutos después de tumbar al Liverpool. Se avecinaba otro verano movido. Temeroso de que CR7 hiciera un Mundial espectacular a tenor de cómo acabó la temporada, Florentino le mejoró el contrato, pero sin convencimiento y dejándole la puerta de salida abierta. Le dijo a su entorno que con 100 millones le permitiría irse a pesar de que la cláusula de Ronaldo era de 1.000 millones de euros. Al final, todos aquellos clubes que se suponían interesados en el portugués (Chelsea, United, PSG...) no aparecieron por la subasta. Sólo lo hizo la Juventus, todopoderoso club de un mermado fútbol italiano, superado por el español, inglés y alemán. Pero es lo que le quedaba a Ronaldo. Eso, o Estados Unidos y China. Poca cosa para el luso, que se ve con fuerzas de seguir dando guerra. Lo quiere hacer en Italia después de haber demostrado su arte en Inglaterra y España. Y por eso, con la lección aprendida hace tiempo, Florentino, además de la pasta o incluso por encima de ella, exigió a Cristiano Ronaldo que dejara claro que se iba del Real Madrid por voluntad propia y no por un capricho presidencial. El magnate blanco sabe que el fútbol da muchas vueltas. ¿Qué pasaría si en un hipotético cruce Real Madrid-Juventus en la segunda fase de la Liga de Campeones Cristiano la lía y deja en la cuneta a los del Bernabeú? Todo ello en un contexto complicado. En algo más de un mes al Real Madrid se le han ido por iniciativa propia dos de los pilares de las cuatro Ligas de Campeones en cinco años: Zidane y Cristiano. La escapada del técnico francés la tapó con el polémico fichaje de Lopetegui, y el posterior lío con Rubiales, la Federación y el fracaso de España en el Mundial. Lo de Cristiano seguro que ya lo tiene arreglado hace tiempo con el fichaje de una o dos estrellas. El capricho presidencial -que no ocultó y que cabreó tanto a Cristiano como la multa de Hacienda y los dos años de cárcel que tuvo que pactar- es Neymar. Pero puede haber más llegadas: Hazard, Mbappé, Kane... Sin olvidar que en la casa aún quedan tipos como Isco, Asensio y Bale. Si los nuevos hacen olvidar a Cristiano, la etapa del portugués -brille o no brille en Italia- quedará atrás. Si la cosa no funciona habrá quien pida cuentas. Pero, sea lo que sea, la próxima pataleta de Cristiano se la «comerán» en Turín. Y Florentino podrá por fin musitar aquello de «tanta paz lleves como descanso dejas».