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Solidaridad europea en lugar de limosnas

En algo hay que darle la razón, por mucho que nos cueste, a ese desagradable personaje que es el líder de la ultraderechista y xenófoba Lega italiana, Matteo Salvini.

Éste respondió con un rotundo rechazo a la oferta de la Unión Europea de una subvención de 5.000 euros por refugiado a los países dispuestos a acogerlos en centros especiales en su territorio.

"Si quieren dar el dinero a otros, que lo hagan. Italia no necesita limosnas. No queremos dinero, sino dignidad", afirmó despreciativo el también ministro del Interior Salvini.

Como medida de presión, el racista Salvini ha amenazado con no admitir en el futuro la entrada en puertos italianos de los buques de la misión militar Sofía, que ha salvado a decenas de miles de personas en el Mediterráneo.

Es un claro chantaje el de Salvini,un individuo que miente en materia de refugiados tanto como Trump, pero que no debe ocultar el hecho de que a Italia, como a Grecia y otros países del Sur, sus socios los han dejado muchas veces solos.

La insolidaridad europea, especialmente escandalosa en el caso de los países del llamado grupo de Visegrado - Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia-, pero no exclusiva de ellos, debería avergonzar a una Europa a la que tanto le gusta presumir de sus valores.

¿Cómo es posible que haya países que, mientras reciben generosas subvenciones comunitarias, se nieguen a participar en el reparto de los inmigrantes, única forma de aliviar a aquellos otros que, sólo por su situación en el mapa, más directamente soportan esa carga?

Los acuerdos de Dublín establecen que el país al que primero llegan los inmigrantes irregulares examinará si tienen derecho a protección internacional y los custodiará mientras duren los trámites, lo que los carga con una responsabilidad especial.

Ante las quejas de los más directamente afectados, la UE ha propuesto abrir centros controlados para inmigrantes en países a ambos lados del Mediterráneo y prestar ayuda económica a quienes voluntariamente acepten. Pero de momento, tampoco Argelia, Túnez o Libia parecen muy dispuestos.

¿Qué otra solución más a largo plazo propone también Europa? Luchar "in situ" contra las causas de tantas migraciones, sobre todo las de tipo económico.

Pero habría que preguntarse: ¿No contribuye la propia UE a agravar el problema con una política que fuerza a los países africanos a acuerdos bilaterales de libre comercio para inundarlos luego con productos agrícolas europeos fuertemente subvencionados?

¿Y qué decir, por otro lado, de las ventas europeas de armamento a Estados que no sólo violan en casa los derechos humanos, sino que atacan o amenazan a otros como es el caso de Arabia Saudí con el Yemen o con el Irán de los ayatolas?

No sólo EEUU, con su ilegal agresión a Irak, sino también países europeos como Francia y el Reino Unido con sus bombardeos contra Libia, convertida hoy en un Estado fallido, son responsables de las sucesivas oleadas de gentes desesperadas en busca de asilo.

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