No les voy a descubrir a estas alturas comedias de Lope como La dama boba o El perro del hortelano, ni tragedias y dramas históricos como Peribáñez y el comendador de Ocaña, Fuenteovejuna, o El mejor alcalde, el rey; me quiero centrar en otra de sus comedias, de las llamadas «de capa y espada», titulada La niña de plata y datada en 1613.

La niña de plata es una comedia amorosa, con grandes dosis de humor, a la par que tensión dramática y una calidad poética sin parangón. Supone, además, un elogio a dos virtudes: la fidelidad de Dorotea, la protagonista, y la capacidad de rectificar del infante don Enrique. Pero lo más significativo de esta obra de Lope es que representa la quintaesencia de la calidad del teatro barroco, reflejada de forma especial en uno de los sonetos que la componen, titulado Soneto de repente. En un momento de la obra, uno de los personajes, don Juan, le pide a su criado, Chacón, que componga un poema para enamorar a su dama.

El resultado es un auténtico alarde de poesía conceptista, en el que el autor compone un soneto -cosa más difícil de lo que parece- explicando al mismo tiempo en que consiste un soneto y, además, desde la ironía:

Un soneto me manda hacer Violante;

en mi vida me he visto en tal aprieto,

catorce versos dicen que es soneto,

burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara consonante

y estoy a la mitad de otro cuarteto;

más si me veo en el primer terceto,

no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando,

y aún parece que entré con pie derecho,

pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo, y aún sospecho

que estoy los trece versos acabando:

contad si son catorce, y está hecho.

Como es natural, jamás osaría compararme con el Fénix de los ingenios, pero la sensación de aprieto cuando uno ha de enfrentarse a un folio en blanco, para escribir un artículo semanal, es similar a la de Chacón, aunque en su caso el aprieto y la modestia fueran fingidos, y el resultado no es siempre tan airoso, ni muchísimo menos, como el del soneto compuesto para la dama Violante.

Por eso, y dado que hoy despido esta sección hasta el próximo mes de septiembre, me gustaría, a modo de deberes de verano para los responsables políticos competentes, hacer un repaso de algunos de los temas sobre nuestra ciudad que, con mayor o menor éxito, he intentado ir desgranando a lo largo de los últimos meses.

El primero, y quizás el nuclear, fue el de la carencia en Elche de un proyecto de ciudad, compartido por todos, y que dure más de una legislatura, con independencia del partido que gobierne en el Ayuntamiento. Los ilicitanos hemos visto, con cierta dosis de amargura, cómo todos los planes expuestos por el Consistorio a lo largo de los más de tres años transcurridos desde mayo de 2015 han ido fracasando uno tras otro. Unas veces por motivos externos al propio tripartido gobernante, justo es reconocerlo, pero las más debido a su propia inacción y falta de liderazgo. El último proyecto presentado recientemente, Elche Capital Verde Europea 2030, es muy bueno y ha sido elaborado por alguien con la cabeza muy bien amueblada; pero mucho me temo que, en la práctica, los que han de ponerlo en marcha lo utilicen como una medida cosmética y no apliquen el empeño necesario para su consecución.

El segundo, y no menos importante, es el de las infraestructuras viarias y férreas de nuestra ciudad, con especial incidencia en la finalización de la ronda sur, así como las conexiones por carretera y por ferrocarril con el aeropuerto y con la estación del AVE de Matola - que no de Elche. En este apartado, lo único que hemos presenciado es una pugna entre los dirigentes de los partidos por atribuirse los escasos éxitos cosechados, promesas intangibles aún la mayoría, cuando todos sabemos que los parcos avances producidos en este campo han estado liderados por las reivindicaciones de la sociedad civil, encabezada en este ámbito por la campaña promovida por Elche Piensa.

Por último, pero no menos importante, el estrepitoso fracaso en materia turística. Fracaso agrandado por la paradoja de contar con un plantel de magníficos profesionales en Visit Elche, pero que no están dirigidos por los responsables políticos que, entre otras muchas deficiencias, no se han dado cuenta de que resultaría imprescindible unir íntimamente la política turística y la cultural, en el caso de Elche separadas no sólo en diferentes concejalías, sino puestas en mano de diferentes partidos que, a la postre, buscan más el lucimiento en sus respectivas áreas de trabajo, en pos de unos mejores resultados electorales, que una práctica eficiente y provechosa para los ciudadanos y los visitantes en materia turística y cultural.

Ustedes, que han tenido la amabilidad de seguir esta sección semana tras semana, quedan exentos de deberes. Bueno, un par sí me gustaría ponerles: que disfruten de sus días de asueto - los que tengan la fortuna de disponer de ellos- y que, si viajan fuera de Elche, hagan de embajadores de nuestra ciudad.