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Joaquín Rábago

La España de las banderas en los balcones

¿Cuándo escarmentaremos de nuevos Cides Campeadores y Santiagos Matamoros? ¿Habrá que recordar una vez más las palabras de aquel gran regeneracionista tras el desastre nacional del 98? «Yo le echaba doble llave al sepulcro del Cid para que no vuelva a cabalgar», escribió entonces Joaquín Costa.

«Escuela y despensa», proponía para sacar al país que amaba de su letargo, de su hueca retórica, para combatir la entonces también omnipresente corrupción. «Ciencia, democracia y desarrollo», deberíamos exigir nosotros frente a quienes sólo proclaman «el orgullo de ser españoles».

Hay demasiada incapacidad para el diálogo, demasiada intolerancia, y más ahora con las mal llamadas «redes sociales», que sólo parecen destilar odio tras la derrota parlamentaria del PP. Dice nuestro nuevo Cid que el PP no tiene nada de qué arrepentirse. ¿Tan pronto se olvida aquí la corrupción? ¿Ni siquiera de ese máster que misteriosamente no aparece? Por menos cosas han dimitido políticos en países más serios.

Dice aquél que se trata ahora sólo de reconquistar a los catalanes, de defender a la familia, de combatir la eutanasia y el aborto. Como manda la Santa Madre Iglesia. Parece el joven cachorro de nuestra derecha conectar mejor que nadie con los nuevos populismos del continente, con la Europa de las banderas, la Europa de los nacionalismos: cristiana y «sin complejos».

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