Con motivo de su visita a Alicante en enero de 1909, en el Ayuntamiento se recibieron varias cartas dirigidas a Alfonso XIII en las que se pedían favores, casi todos económicos. Algunos de los remitentes recibieron una pequeña parte de las 2.700 pesetas que el monarca donó el día de su despedida al alcalde, para que las repartiese entre los pobres, ya fuese directamente (unas 300 personas, la mayoría viudas o huérfanos) o a través de asociaciones benéficas.

Edelmina Bayona, viuda de 60 años, pedía la concesión de una pensión por ser huérfana de un ayudante de Marina.

Juan Bautista Domínguez, rector de la iglesia de Ntra. Sra. del Carmen, solicitaba un donativo para costear la reparación del templo, cuyos gastos ascendían a 20.000 reales.

José Pascual Galindo (Explanada, 2) pedía la expedición gratuita del título de maestro, puesto que no tenía recursos para pagar el depósito correspondiente.

Los hermanos Carlos y Arturo Durendes Montes (Gravina, 9), de 11 y 8 años respectivamente, huérfanos de padre y madre, y con una hermana menor ( Josefina), por no poder la anciana que los cuidaba pagar su manutención y educación, pedían ser admitidos en el colegio madrileño de San Ildefonso. Se interesó por esta petición el teniente general Conde del Serrallo, comandante general del Real Cuerpo de Guardias Alabarderos, pero el alcalde madrileño denegó el ingreso porque el reglamento del colegio exigía que los solicitantes fuesen naturales de Madrid.

Juan Zaragoza Barceló (Bazán, 70) pedía que se le perdonase la multa de 1.875 pesetas que se le había impuesto como defraudador del Tesoro, «por contrabando de tabaco por una cantidad del mismo que desconociendo lo que era quedó en depósito en mi casa», ya que no podía pagarla y, si era detenido, su esposa e hijos quedarían en la calle.

Antonio Galiana Santos (Rafael Terol, 33), aspirante en el concurso a una plaza de practicante municipal, pedía que se le nombrase directamente para dicho cargo.

Juan Padilla (cuevas de la Goteta), 56 años, casado, pedía ayuda porque, «habiendo pertenecido durante 19 años al Arsenal de Cartagena», quedó ciego a consecuencia de un accidente que sufrió mientras apuntalaba con la maza y la cuña el crucero «Lepanto». Se le dio de baja en el servicio por inútil y hubo de abandonar su pueblo natal «por la vergüenza que me daba implorar la caridad en donde había nacido». Vino a Alicante, donde pedía «de puerta en puerta con la guitarra ó bandurria», para sostener a su esposa y cinco hijos. Recibió 20 pesetas del donativo real.

Loreta Celdrán (Maisonnave, 29, planta alta), ciega, envió una carta en verso pidiendo ayuda al monarca. Fue socorrida con 15 pesetas.

Tomasa Campillo (Gerona, 27), viuda y con tres hijos de corta edad, recibió 15 pesetas.

José Romá Linares (Sta. Faz, 1) había quedado huérfano y con cuatro hermanos menores de edad también, al morir en 1902 sus padres en la isla de Fernando Poó, donde eran colonos. El gobernador de la isla los envió junto con su abuelo paterno, que residía en Barcelona, pero José vino luego a Alicante para vivir con unos tíos suyos que le dieron educación, pese a ser pobres. A sus 15 años, estudiaba segundo curso en la Escuela Normal de Maestros, pero no podía pagarse las matrículas, por lo que pedía ayuda. Le dieron 25 pesetas.

Josefa Llofriu Marco (Riego, 7), viuda, enferma del corazón y sin recursos, fue socorrida con 15 pesetas.

Diego Devesa Linares, que había trabajado durante 41 años de maestro, se encontraba sin trabajo y sin poder atender las necesidades de su familia. Recibió 20 pesetas.

Carolina Bergez Plana (Trafalgar, 2-1º), viuda y con dos hijos, uno de ellos enfermo, recibió 20 pesetas.

Consuelo Escolar Díaz (plaza del Carmen, 2-2º), viuda de 32 años y madre de un niño de nueve años, pedía ayuda porque no tenía recursos desde que su esposo, José Rodríguez Fernández, obrero del Ayuntamiento, murió en la tarde del 16 de enero, en la calle Sagasta, cuando portaba con unos compañeros un lienzo con el retrato de Alfonso XIII, para colocarlo en los salones del Consistorio. Fue socorrida con 25 pesetas.

José Gomis Payá (Cien Fuegos, 2) pedía ayuda para sus sobrinos, siendo una de ellos, de 20 años, demente. Pepe se dedicaba a cantar por las noches en los cafés del paseo de los Mártires, para sacar algo de dinero con que mantenerlos. Recibió 15 pesetas.

Josefa Pérez (Rafael Terol, 13, bohardilla) solicitaba ayuda porque su marido llevaba un año sin trabajar por haber quedado paralítico. Recibió 15 pesetas.