Viernes, 15 de enero de 1909

El inspector de 2.ª Luis Martínez y el inspector-jefe Honorio Tous estaban reunidos en el despacho de este último. Eran las 5:10 de la tarde. Sobre el escritorio estaban el cartel anunciador de la visita real y el folleto con el programa de actos que fueron hallados en la vivienda del anarquista Rigoberto Gil Pons, muerto de un ataque al corazón mientras escribía una carta. Junto a los papeles había dos tazas de café vacías y una bandeja medio llena de pasteles, traídos por Martínez desde la confitería que Juan Torres regentaba en Mayor 3, la preferida de Tous.

-Ayer publicó el alcalde un bando haciendo un llamamiento a los alicantinos para que adornen sus casas con motivo de la visita real, agradeciéndole así «su presencia en las fiestas propagadoras de la bondad de nuestro clima»- leyó Martínez, que sostenía un ejemplar del bando.

-La denominada Fiesta de Invierno, creada en efecto para promocionar turísticamente el benigno clima alicantino, había pasado a llamarse Semana Deportiva porque la mayoría de los actos programados durante la misma eran deportivos: regatas, tiro de pichón, «tennis», «foot-ball»...

-¡Soy ácrata! -chilló el guacamayo que había enjaulado junto a la puerta de entrada. Acostumbrados a su presencia, los policías ni siquiera lo miraron.

-¿Dónde conseguiría Gil Pons el cartel y el folleto? ?preguntó Tous.

-Es posible que se los diera ese cómplice que al parecer tenía infiltrado en la comisión de festejos. Aunque también es fácil conseguirlos por ahí. Los carteles se distribuyeron hace días en las estaciones, hoteles, posadas, cafés, y se enviaron a la mayoría de ayuntamientos de la provincia. Los folletos también fueron enviados a esos lugares y a muchos otros. Ayer mismo salió publicado el programa en casi todos los periódicos-dijo Martínez.

-¿Sabemos algo más del viejo?

-Para responder a la pregunta, Martínez estiró el cuello como un orgulloso gallo de pelea:

-Sí, jefe. Sabemos que hace una semana visitó al médico Vicente Seguí, que tiene la consulta en San Fernando, 36, 1º. Nos ha informado de que efectivamente estaba enfermo del corazón. Con la ayuda de los municipales, seguimos visitando los hoteles, posadas y casas de huéspedes, para averiguar dónde se alojó antes, así como los comercios donde pudo hacer compras. Es mucho trabajo, jefe.

-Lo sé, lo sé, pero no nos queda apenas tiempo. El rey llegará pasado mañana.

-También hemos averiguado que trabajó en el Tiro de Pichón de Barcelona, de donde al parecer le enviaron las jaulas que encontramos en su vivienda. ¿Para qué las quería? No lo sabemos con seguridad. Quizá pretendía usarlas para entrar en el campo de tiro de aquí, durante el concurso en el que participará su majestad.

-Tous asintió y se llevó un pastel a la boca. Martínez siguió informando:

-Hemos visitado las dos empresas de pirotecnia, una de Benimagrell y otra de Villafranqueza, que se ofrecieron al Ayuntamiento para organizar los castillos de fuegos artificiales durante la visita real, pero no han reconocido al viejo cuando enseñamos su foto.

-¿Cuál se va a encargar de los fuegos artificiales?

-La de Villafranqueza. El miembro de la comisión de festejos que recibió y estudió los presupuestos es Salvador Llopis, el dueño del almacén de tejidos que hay en Labradores 9 ?Tous volvió a asentir y se comió otro pastel?. El abogado Federico Clemente, que tiene su bufete en Limones 6-1º, fue quien recomendó por carta la empresa de Villafranqueza. Así que, si me lo permite, jefe, me gustaría entrevistarme con Llopis y con Clemente, para ver si averiguo algo más.

-Sí, sí, claro -aprobó Tous con los mofletes hinchados.

-También habrá que hablar con los responsables del Tiro de Pichón. ?Martínez buscó entre unos papeles que tenía amontonados en el escritorio, al tiempo que decía?: Dentro de la comisión de festejos hay otra dedicada exclusivamente a la organización del concurso del tiro de pichón. A ver? Sí, aquí está: A petición del alcalde, un tal Carlos Leach, de Barcelona, hizo las gestiones para la compra de todo el material necesario para el concurso: jaulas, palancas, pizarras, cestos?, por un valor de 1.375 pesetas ?y mirando otro papel, siguió diciendo?: Parece que hubo presiones para que el concurso de tiro de pichón se verificase en otro sitio, según denunció por escrito el general y diputado Federico Escario, pero al final se celebrará en el polígono del Tiro Nacional.

-Conozco al general Escario. Hablaré con él ?dijo Tous, regalándose el último dulce.

-Lo mejor me lo he dejado para el final, jefe ?anunció Martínez con una tímida sonrisa de satisfacción.

-¿Sí? Pues cuente, cuente ?le animó Tous.

-Entre enero y septiembre del año pasado, Gil Pons trabajó como montador en la fundición de los Aznar.

-¡Buuum, dinamita! ?gritó Ágata en ese momento. Esta vez sí que se volvió Tous hacia la jaula, sonriendo:

-¡Qué bicho este!

-Varios operarios lo han reconocido en la foto. Dicen que en efecto tenía ideas anarquistas, aunque nunca trató de imponerlas, y que era un excelente obrero y compañero.

-Lo echarían quizá por sus ideas, aunque no fuese violento en apariencia ?dedujo Tous.

-Tal vez, jefe. O tal vez porque era viejo. Los operarios no supieron decirnos nada al respecto.

-Hablaremos entonces con los Aznar.

Pero Tous no se olvidó de otras dos líneas de investigación: averiguar quienes eran esos dos supuestos cómplices de Gil Pons, dispuestos a ayudarle en atentar contra el rey.

-Son muchas las personas que forman parte de la comisión de festejos, jefe. Además de las autoridades, hay dos o tres representantes de cada uno de los gremios de la ciudad: abogados, banqueros, consignatarios, hoteleros, posaderos, maestros de obra, comerciantes, procuradores, médicos? Son demasiados para interrogarlos a todos. Más fácil será encontrar al cómplice que escribió al rey, puesto que esta mañana nos han enseñado en el Ayuntamiento todas las cartas que se han recibido. De entre ellas, yo me inclino a señalar a uno de los remitentes como sospechoso.