El pasado 19 de julio asistimos a la presentación en sociedad del proyecto Elche Ciutat Verda Europea 2030, en un acto con la parafernalia y el boato dignos de los grandes eventos.

Recordarían algunos de los asistentes otro acto de similares características realizado también en el Centre de Congressos, en enero de 2011, para presentar el trabajo de Alfonso Vegara «Elche Proyecto Ciudad». Como es sabido, este trabajo, que costó al Ayuntamiento la friolera de 500.000 euros, sirvió sólo, aparentemente, como parte urbanística de la propuesta electoral del PSOE en las elecciones municipales de 2011, en las que finalmente acabaría perdiendo la alcaldía, hasta entonces en manos de Alejandro Soler, hoy flamante director general del SEPES.

Abstrayéndonos de la componente de márketing político que el proyecto actual conlleva, es interesante reflexionar sobre la importancia que este proyecto podría tener para nuestra ciudad a partir de la que otros proyectos para el mismo fin han tenido para las ciudades que se han embarcado en ellos; tanto en el caso de las ganadoras como en el de las que no lo consiguieron a pesar de su esfuerzo.

Entrando en materia propia del concurso, conviene tener en cuenta que, contrariamente a los galardones de Patrimonio Mundial de la Unesco, en los que lo importante son los méritos propios debidos a la singularidad y excelencia de la candidatura, en este concurso prima la competencia entre ciudades candidatas, establecida en función de evaluaciones cualitativas y una revisión inter pares del nivel de cumplimiento de todos y cada uno de los 12 indicadores medioambientales. Es decir, de poco valdrá presentar un nivel óptimo de algún indicador si en otros el nivel es pésimo. Y es aquí donde empiezan a surgir las dudas: en la contradicción existente entre algunas actuaciones y proyectos municipales, paralizados, pendientes de tomar decisiones o en trámite de aprobación, y los indicadores.

Por ejemplo:

¿Cómo puede afectar a la valoración del nivel de cumplimiento de los indicadores de «Transporte Local», «Contaminación acústica» y «Producción y Gestión de Residuos», la construcción en el centro histórico de la ciudad de un Centro Comercial con parking para 300 coches, para lo que se prevé demoler el edificio racionalista del Mercat Central d'Elx, pudiendo ser rehabilitado, y transportar a vertedero los escombros de este y más de 45.000 m3 de tierra y restos arqueológicos de la excavación del sótano?

¿Cómo a la «Contribución local al cambio climático global» y a la «Producción y Gestión de Residuos», la destrucción del barrio de San Antón, con transporte a vertedero (¿a qué vertedero?) de 150.000 toneladas de escombros, para construir un barrio nuevo, pudiendo ser rehabilitado?, ¿cómo a la gente con escasos recursos económicos del barrio?

¿Cómo a la «Naturaleza y biodiversidad» y a la «Producción y Gestión de Residuos», la firma de una nueva «contrata de basuras» que va a continuar el crecimiento exponencial de la ocupación de suelo rústico para nuevos vertederos y que garantiza el no cumplimiento, ni en su mitad, de la exigencia de reciclado del 50% de los residuos que imponen las directivas europeas a partir de 2020?

¿Cómo a la «Gestión ambiental de las autoridades locales», la permanencia en primera línea de la playa de Arenales del Sol de la ruina de un edificio que, con licencia de obras de rehabilitación, estaban demoliendo por partes y construyendo otro nuevo y mayor, en infracción urbanística flagrante, dentro del espacio de protección afectado por la línea marítimo terrestre, a escasos metros del borde del mar?

¿Cómo a «Zonas verdes urbanas con un uso sostenible del suelo», la destrucción de un parque público en la ladera del río Vinalopó para construir en él un edificio para mercado?, ¿cómo la propuesta municipal de Ley del Palmeral que permitirá seguir construyendo en el interior de los huertos de palmeras Patrimonio de la Humanidad?

Esas cuestiones y algunas más cuentan ya en nuestro balance negativo y van a ser conocidas tanto por quienes nos juzgan como por las ciudades que competirán con Elche. Aún estamos a tiempo de rectificar.

En 2027 se adjudicará el premio Ciudad Verde Europea 2030. El formulario deberá estar entregado, probablemente, en 2026. Contamos con el respaldo del gobierno valenciano y del español.

Elche necesita una gran transformación que la ponga del lado de las ciudades más avanzadas de Europa. Sólo nos falta conocimiento, voluntad política y valentía. Conocimiento para resolver contradicciones que menoscaban el proyecto antes incluso de ser presentado. Voluntad política para llevar adelante este proyecto, otro o ninguno; eso se decidirá en mayo de 2019. Valentía para acometer un proyecto tan necesario y de tanta envergadura desde el primer año de mandato y no el último, a unos meses de la contienda electoral.