Es una idea, sólo un sueño, que por desgracia no se convertirá en realidad: ver al presidente Donald Trump declarado persona non grata en la Unión Europea.
Y no sólo aquí, sino también en el país vecino del suyo, ese México al que no deja de insultar, y en toda esa Latinoamérica mestiza que tanto le asquea y desprecia.
El déspota nacionalista de la Casa Blanca, vesánico destructor del orden mundial, debería considerarse un apestado en cualquier país civilizado.
Otra idea: ¿Se imaginan la rabieta del señor de la torre Trump si todos los medios del mundo dejaran un día de ocuparse de sus estúpidos tuits?
Pero nada de eso ocurrirá: el boicot a su persona, que sin duda secundarían millones de ciudadanos de todo el mundo, no lo harán nunca suyo los gobiernos.
Seguirán ésos aguantando estoicamente, mientras sea necesario, los escupitajos del emperador. Aunque hayan de pasar así otros seis largos años.
Y la prensa seria habrá de soportar a su vez que un mentiroso compulsivo la acuse de mendaz cada vez que ponga en evidencia su ignorancia, su profundo racismo y sus contradicciones.
