El plan del PSOE y de Podemos para RTVE ha fallado por un voto: el ente público seguirá sin presidente ni consejo de administración al haber sido cesados, en el momento de impulsarse el decreto, los que podrían actuar de manera interina. Es la primera vez que sucede, pero nunca tampoco antes un Gobierno había dependido hasta tal punto de apoyos tan imprevisibles e inciertos. Un par de errores en la votación y la ausencia de dos diputados nacionalistas catalanes que se despreocuparon de la telemática han propiciado el despropósito. La renovación en la cúpula radiotelevisiva ha venido resultando especialmente accidentada. Y también la manera en que ha quedado demostrado que no existe voluntad por parte de socialistas y podemitas de devolver la independencia a los medios públicos, sino de mantenerlos bajo su estricto control.
Su fracaso es la muestra, a su vez, de la fragilidad que ofrecen 84 diputados para llevar a cabo cualquier cosa que sea fiándose de apoyos tan escurridizos como los que condujeron a Pedro Sánchez a la Moncloa y lo mantienen en cierto modo cautivo. Pero el Gobierno cree que hay que agitar esta y otras cocteleras ?planes energéticos, de educación, etcétera? para hacer electoralismo moviendo lo que a primera vista parece inapropiado mover dada la precariedad numérica de los socialistas en el parlamento. Las urgencias repentinas de la llamada descarbonización exprés, por ejemplo, con las que se pretende conectar electoralmente con el voto ecologista o favorecer intereses de las renovables.
Un Gobierno que ha emergido del modo en que lo ha hecho este, con la excusa de desalojar la corrupción, debería esperar a verse reforzado por las urnas para impulsar reformas que requieren mayor consenso democrático.
