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Luis M. Alonso

Sol y sombra

Luis M. Alonso

Soledad

La gran noticia: no hubo guerra civil durante el levantamiento soberanista catalán, mantiene el tribunal regional alemán que juzga a Puigdemont. Por tanto tampoco se produjo una rebelión, sostienen los magistrados que han decidido sobre la euroorden de detención del expresident de la Generalitat. También dicen que no está del todo clara la malversación pero que ese es un asunto sobre el que tendrá que pronunciarse el Supremo en España. Ellos ya lo han hecho sobre el principal delito que se le imputa al prófugo e instigador separatista. En este entran a fondo cuando no les corresponde, en el menor sin embargo no: se conforman con sembrar dudas.

El Gobierno, mientras tanto, permanece mudo frente al menoscabo de la justicia española. Primero, ante la extralimitación alemana en un procedimiento que no está regulado para enjuiciar a los fugados sino para facilitar la cooperación entre países miembros de la UE. Segundo, y lo que es más grave, ante los ataques por parte de los independentistas que ayer salieron a la calle para insultar a los jueces y denunciar la represión. En vez de responder, el Ejecutivo abre las vías de un diálogo bilateral con quienes han decidido pervertirlo insultando y haciendo de menos al Rey. No por ser rey, sino por ejercer el papel que le corresponde como jefe del Estado.

¿Alguien con dos dedos de frente y un mínimo de cordura se puede imaginar una situación como esta en cualquier otro país democrático? ¿En Francia, por ejemplo? ¿En el Reino Unido? ¿En la propia Alemania? Yo, desde luego, no. El diálogo es necesario con quien está dispuesto a dialogar y a ceder. La distensión es saludable. Pero no a cualquier precio y tampoco con quienes se han levantado contra el orden constitucional y parecen dispuesto a seguir haciendo lo mismo si no se salen con la suya. La soledad de los jueces debe de ser terrible.

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