El Instituto Geográfico Nacional acaba de lanzar en su web una nueva edición del Atlas Nacional de España, bajo el sugerente título España en mapas. La cartografía es una pieza esencial para un país. Lo ha sido en todo momento histórico, desde la época griega, y ahora disponemos de avances tecnológicos y métodos novedosos de representación que han convertido al mapa en un documento estratégico para la planificación de actividades en los países. Los tratados clásicos de geografía afirmaban, con acierto, que el mapa es el lenguaje de esta disciplina científica. Hasta el punto de indicar que todo aquel fenómeno o proceso que ocurre sobre la superficie terrestre que no puede ser cartografiado, no tiene la consideración de objeto de estudio para la geografía. Esta nueva publicación incluye un apartado detallado sobre tiempos y climas de España, con abundantes mapas donde se representan los valores de los elementos climáticos más significativos, tablas de datos con valores extremos, mapas de tiempo con las situaciones características que afectan a nuestros territorios. España, en este sentido, en un país muy singular o como algún autor ha señalado, un pequeño continente con climas muy diversos y efectos territoriales contrastados en las situaciones de tiempo atmosférico diario. El nuevo Atlas incluye asimismo un capítulo dedicado a los riesgos vinculados con el clima, porque los extremos atmosféricos, como sabemos, también nos afectan regularmente. Consultar un Atlas tiene un componente mágico. Ver en un golpe de vista, en un cartograma, la representación de algún aspecto territorial habla de la capacidad de síntesis del ser humano para estudiar un proceso. Y esta cualidad es propia de la geografía, una disciplina científica estratégica para los estados, esencial para el conocimiento humano.