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Joaquín Rábago

Injerencias

Siguen empeñados los demócratas norteamericanos en su teoría de la injerencia rusa como única explicación de la derrota de su veterana candidata frente al neófito Donald Trump en las últimas presidenciales.

Injerencias seguramente las hubo, como tratan de probar ahora los servicios de inteligencia de aquel país, pero que precisamente Washington acuse a otros de tales prácticas sólo puede mover a risa.

Es no ver la viga en el ojo propio porque Estados Unidos se ha inmiscuido siempre en las elecciones de otros países. Y no me refiero sólo a su patio trasero.

Lo hizo también en la inmediata posguerra europea en apoyo de cristianodemócratas y socialdemócratas frente a los partidos comunistas.

Continuó años más tarde con esas prácticas en la Rusia de Yeltsin y lo ha hecho una y otra vez en Georgia, Ucrania y otros países del antiguo Pacto de Varsovia.

Las injerencias de Estados Unidos en la política europea occidental han subido de tono con la llegada de un político sin complejos como Trump a la Casa Blanca.

Lo demostró ya ése con su apoyo inicial al Brexit, en el que pareció ver un primer paso en la división de Europa, seguramente uno de sus objetivos.

Y ha reincidido ahora al criticar a la primera ministra, Theresa May, por no estar manejando la salida de su país de la Unión Europea como a él le gustaría, y al elogiar de paso a su rival, Boris Johnson, diciendo de él que "haría un excelente primer ministro".

Y si eso lo hace con el Reino Unido, todavía es peor su obsesión con Alemania, el país de donde emigraron sus antepasados y que siempre ha repudiado.

No sólo acusa Trump a Alemania de ser rehén de Rusia, mintiendo sobre su dependencia energética del país vecino, sino que ha mandado como embajador a Berlín a quien se comporta como el gobernador de una colonia.

Sin pelos en la lengua, el embajador Richard Grenell declaró, nada más asumir el cargo, que su objetivo era fortalecer a los ultraconservadores europeos.

Grenell, que dice admirar al canciller federal alemán, el conservador Sebastian Kurz, no ha dudado en criticar públicamente las políticas de defensa y de refugiados de la coalición alemana.

Hablando de injerencias, ¿se imaginan lo que habría ocurrido si en lugar del embajador de EEUU se hubiese tratado del ruso?

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