De pequeño me enseñaron mis padres que «es de buen nacido ser agradecido», y tan grabado lo llevo en mis genes que en tal que noto el olvido, el ninguneo, la injusta desafección, o sencillamente la notoria ingratitud que en tal que aparecen a mi alrededor suena la alarma y se me enciende un piloto rojo. Eso mismo me ha pasado estos días con algunos nombres de nuestra reciente historia de España. Eso me ha pasado esta semana con egregias personalidades de esta piel de toro nuestra de finales del siglo XIX y principios y mediados del XX, que de haber nacido en Estados Unidos tendrían como poco una serie de televisión, y habitualmente una película de Hollywood. Estamos hablando de figuras señeras como Marcelino Sanz de Santuola (descubridor de las pinturas rupestres de Altamira, y recientemente sí, llevado al cine), Isaac Peral (inventor del submarino), el ingeniero Emilio Herrera (inventor entre otras cosas de la escafandra), Leonardo Torres Quevedo (ingeniero inventor del teleférico), Fernando Gallego Herrera (otro genio olvidado, audaz ingeniero visionario de puentes, canales, túneles submarinos...), y que en su día y posteriormente no recibieron en su patria todo el homenaje que se merecían. Algunos de ellos eran coetáneos de otros grandes genios más reconocidos mundialmente, como Tesla, Edison, Marie Courie o Marconi.

Pero ahora quiero detenerme en dos grandes olvidados de nuestra Comunidad Valenciana, el científico segorbino Julio Cervera Baviera (1854-1927), y el vilero doctor José María Esquerdo Zaragoza (1842-1912). Ambos tenían en común algo que no les ayudó pasados los años, los dos eran marcados republicanos (además el primero pertenecía al grado máximo de la masonería española, el grado treinta y tres). Eso allá por los años veinte con la dictadura de Primo de Rivera, y sobre todo con la posterior dictadura franquista (1939-1945), hizo que cayeran en el olvido de manera intencionada. Con la democracia los recuperamos un «poquito», pero a mi modo de ver todavía de manera insuficiente. También esto ocurrió con grandes poetas silenciados en la España franquista como Federico García Lorca o Miguel Hernández Gilabert, pero que actualmente gozan de enorme predicamento.

Vamos a esbozar ahora unos breves apuntes del científico y del médico todavía no tan reconocido para el gran público español. Julio Cervera trabajó con Marconi en Inglaterra, se trae la invención de la telegrafía sin hilos a España y la mejora. Luego inventó la telefonía sin hilos (la primera comunicación, Jávea-Ibiza), el mando a distancia (el telekino lo llamó), el primero en impartir docencia a distancia y con audios (precursor de la UNED), y paro aquí. El segundo personaje, nuestro paisano doctor Esquerdo, un avanzado e instaurador de la psiquiatría en España, el primero en levantar dos sanatorios mentales en nuestro país (Carabanchel y Villajoyosa), y con técnicas humanista e innovadoras: talleres ocupacionales, contacto con la naturaleza o el psocidrama (representación teatral con fines terapéuticos). Gracias a él, el código civil modificó por primera vez el grado de imputabilidad de un delito cometido por un demente. Y repito, esto son tan solo unos apretados y rápidos apuntes. Ojalá a partir de ahora «suenen» un poco más allá de la propia localidad.