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Marca España

En la madrugada del 12 de Julio del año 2008 entraba yo en un quirófano del Hospital La Fe de Valencia; era el tercer intento tras otros dos fracasados por incompatibilidad o mal estado del hígado del donante. Horas más tarde desperté en la UCI, lleno de tubos y con mascarilla, pero tan consciente como para expresar con mi mano derecha la «V» de «Victoria» a mis asustados hermanos que me sonreían desde el cristal separador; terminaban aquí dos años de larga espera en los que perdí 20 kilos y en cuyos momentos finales llegar al baño desde el sofá era una heroicidad. Y lo primero que me pregunté fue: «¿Termina todo o empieza todo ahora?» Y efectivamente, todo empezó en ese momento de incertidumbre que me ha traído hasta aquí, porque hoy mismo cumplo 10 años de mi segunda vida. Y puede que algún lector me tache de reiterativo al repetirme, año tras año, en recordar ese suceso vital que para mí resulta extraordinario cuando cada mañana veo de nuevo el sol, o las nubes, o la lluvia. Y supongo que decepcionaré a ese lector aburrido de mi relato si le digo que, mientras siga escribiendo en este diario INFORMACIÓN, seguiré recordando año tras año el acontecimiento, sencillamente porque esta sí fue la verdadera «Operación Triunfo». Ni hay exhibicionismo en mi actitud ni afán de protagonismo alguno; lo que hay es el intento de poner en valor el hecho de reivindicar la figura del donante para que mi caso, que no es sino uno entre miles en este país, sirva para situar al trasplante de órganos como auténtico suceso y verdadero exponente de la Marca España; que seamos el número uno del mundo en cuanto a número de donantes, con un elevadísimo porcentaje de supervivencia, es suficiente y justificado motivo para sacar pecho. Donaciones altruistas que convierten a España en el país más solidario del mundo, se suman a la pericia, entrega y compromiso de los profesionales que han hecho posible ese milagro de devolver la vida y, lo más importante, una vida con calidad, a tanta gente de cualquier edad. Pero todavía existe alguna resistencia en las familias, que tienen la última palabra, no lo olvidemos, en cuanto a autorizar que la ya extinguida vida de un ser querido sirva para que otro viva gracias a esa generosidad. Y me estoy refiriendo, claro, no a la donación en vivo sino a la que se solicita por parte de los profesionales una vez producida la muerte cerebral. Y no creo que exista mayor consuelo para las familias que saber que la utilización extraordinaria del ser querido fallecido, dará pie al renacimiento de otra persona de la que, por fortuna, nunca se conocerá su identidad. Hay mucha leyenda negra al respecto y algún intento de desprestigio de determinadas personas a las que se les atribuye intereses oscuros; y el ejemplo más reciente es la donación en vida que tiene como protagonista al jugador del Barça Eric Abidal, del que se pone en duda que recibiera de forma altruista parte del hígado de un familiar. El cirujano Gonzalo Rodriguez, que llegó a Alicante hace seis años para poner en marcha el deseado equipo de trasplante hepático tanto tiempo perseguido, y al que me une una gran amistad y un trato frecuente, me asegura que todo el proceso fue intachable, «puesto que en los casos de donación en vivo, el sistema español de trasplantes contempla controles a tres niveles para garantizar que la donación, renal o hepática, se realiza bajo los principios éticos de voluntariedad y altruismo». Continuando con una explicación muy convincente, demasiado técnica para transcribirla. Resulta por tanto muy difícil que el trasplante de órganos en España se efectúe por intereses económicos que, por desgracia, sí se realiza en otros países aunque por fortuna cada vez menos, incluida China donde era práctica brutalmente habitual protagonizada sobre todo por presos comunes, auténticas víctimas propiciatorias. El equipo de trasplante hepático del Hospital General de Alicante ha realizado en menos de seis años un total de 223 intervenciones con un índice de supervivencia del 80%, que no es sino una pequeña muestra a nivel nacional; en un país que no deja de atravesar momentos convulsos, con éxitos y fracasos, con momentos de crispación y algún atisbo de serenidad, el trasplante es sin duda el mejor exponente y abanderado de la verdadera Marca España.

La Perla. «Un triunfador es un perdedor que no se rinde nunca» (Popular)

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