Esta semana ha empezado la tramitación parlamentaria de una ley que, por primera vez en la historia democrática de la Comunitat, reconocerá los derechos de lesbianas, gais, bisexuales y personas trans e intersexuales. Un trámite parlamentario del que se espera -y desea- el apoyo de todos los grupos políticos, independientemente de su ideología. La defensa de los derechos y dignidad humana debe, a mi juicio, quedar por encima de intereses partidistas y fuera del juego político.

La necesidad de una ley que proteja los derechos de las personas con orientaciones sexuales e identidades de género diversas está más que justificada. El acoso escolar, la violencia LGTBIfóbica, los incidentes discriminatorios constantes, la falta de servicios públicos orientados al respeto a la diversidad, la ausencia de una perspectiva LGTBI (también somos ciudadanía) en la administración local y autonómica o de protocolos específicos para el respeto a la diversidad sexual y familiar en centros educativos son solo algunos de los aspectos clave que va a tratar la nueva ley.

Con anterioridad, en el año 2017, se aprobó la conocida como Ley Trans que viene a garantizar el derecho a la autodeterminación del género de las personas trans, constituyendo, junto a la que ahora se tramita, un cuerpo legal integral que convertirá a la Comunitat Valenciana en uno de los territorios de Europa -y del mundo- más a la vanguardia en la defensa de los derechos de la diversidad. Y esto no habría sido posible sin la enorme contribución de las entidades LGTBI, que como Diversitat han peleado duro para conseguir que estos textos sean una realidad.

Se cumplen ahora cuarenta años de la primera manifestación por los derechos LGTBI que tuvo lugar en Madrid. Un año antes en Barcelona se celebraba una manifestación por nuestros derechos, primera en España. Hace casi medio siglo nuestros antecesores se manifestaron con el objetivo de derogar una norma que nos criminalizaba, la Ley de Peligrosidad Social, y que sometía a penas privativas de libertad y reclusión en centros especializados a aquellas personas que cometieran «actos de homosexualidad». La mayor represión la sufrieron hombres gais y personas trans -que para el régimen franquista practicaban el travestismo- y que en aquel momento eran las más visibles. Cuarenta años después algo hemos cambiado y aquí, en la Comunitat Valenciana, hemos apostado por proteger nuestros derechos con una ley, que sin duda alguna, nos hace mejores como sociedad y como personas.