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Matías Vallés

Soraya gana al alejarse del PP

A partir de las europeas de 2014, en España se vota por sistema a favor de quienes están contra el sistema. Según demostraron con creces los militantes socialistas al restaurar a Pedro Sánchez, hasta los afiliados a un partido votan contra los designios emanados de la nomenklatura de su formación. La cúpula de las formaciones, que canalizan la representación política según la Constitución, no controla ni a su grey.

Los escépticos de esta ley se convencerán al consignar la eliminación en las primarias a la presidencia del PP de Dolores de Cospedal, secretaria general de los populares. Soraya Sáenz de Santamaría tuvo la diligencia de alejarse de Génova, mientras cargaba con la cruz del Gobierno. El sorprendente Pablo Casado puede ser el "hijo adoptivo" de Rajoy, en la jerga de un Margallo que es el suegro adoptivo del último presidente del PP, pero también encarnaba la opción más distante al gabinete.

"Soraya sucede a Rajoy" ni siquiera es una mala noticia. No es noticia, porque esa sustitución se produjo en 2011, cuando el teórico presidente entregó las riendas del Gobierno a su número dos. Cospedal ha estado más cerca de Bárcenas que de Rajoy, y paga la doble factura de su voracidad al mantener cargos principales tanto en el ejecutivo como en el PP. La avaricia rompe el saco. En cambio, Sáenz de Santamaría queda purificada desde la perspectiva de los militantes populares alérgicos a cualquier asomo de estructura.

Los afiliados del PP son más conscientes que los jerarcas ensoberbecidos de la gravedad de la situación del partido. Por eso se han inventado a un Riverita joven y gallardo. Pablo Casado queda fuera de la época negra de la corrupción y ha tenido la suerte de que Rajoy no lo nombrara ministro. Se presentó para interponer una cortina de humo con el máster que cursó al esprint, y visto el ajustado margen de su desventaja, es posible que hubiera sido el ganador absoluto de no mediar las sospechas sobre su currículum. Soraya gana contra el PP, y los compromisarios deben respetar la voluntad de los afiliados que les han nombrado.

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