En este mundo tan superficial en que vivimos el presidente del Gobierno tiene que demostrar que es algo más que un pibón y que tiene más discurso que el que le transmite Echenique, del que da la sensación de que se esté convirtiendo en brazo ejecutor. Es curioso, si nos hubieran preguntado por los problemas más acuciantes de España a mí y a otros varios millones de españoles, creo que sacar a Franco del Valle de los Caídos y acercar a los presos de ETA a las cárceles del País Vasco y a los políticos presos catalanes a Cataluña probablemente habrían sido de los últimos, de una lista de cien o incluso doscientas prioridades de gobierno. Que, por cierto, puesta en la piel de los políticos catalanes yo me ofendería y mucho de la coincidencia con los etarras en el traslado. Sánchez pretende imitar a Obama, pero haciendo de la política una ensalada de hojas de rábano. Con las posturitas y las fotos en el avión seguramente convencerá a parte del electorado que, literalmente achicharrado por la desidia causada por los propios políticos, se fijará nada más que en el físico, pero habrá muchos que pensarán, como decía una mujer de El Barraco a su hija, que quería casarse con uno guapo que debía de ser un pan sin sal, «echa un cacho de guapo a la sopa».

Visto el devenir de los acontecimientos en las últimas semanas, si hubiera sido poco el procesamiento del exalcalde Echávarri por presunto delito de prevaricación por el despido de la cuñada de Barcala, la detención del presidente de la Diputación de València y otros cinco altos cargos por prevaricación y malversación, esta misma semana, no es sino otro enano al que le dio por crecer, para completar el circo. El escándalo sacude según parece al Botànic al completo, no se queda sólo en el PSPV. Y es, como mínimo, curioso que haya tenido lugar sólo unos días después del asalto al poder de Sánchez, bajo el argumento de la corrupción del PP. Es malo escupir para arriba, porque te puede caer encima. Y a ver ahora cómo se quita esta viscosidad el presidente, habiendo además ocurrido en tierra de Ximo Puig, uno de sus más destacados adalides, que se mantuvo fiel a él en los momentos más bajos. Y es que no cuela lo de denunciar de la paja, o lo que sea, en el ojo ajeno, teniendo también uno lo suyo en el propio, a la vista de todos.