Las industrias culturales y creativas (ICC) -de acuerdo con uno de los conceptos comúnmente admitidos- se pueden definir como las actividades que tienen como objeto la producción, la promoción, la difusión y la comercialización de bienes, servicios y actividades de contenido cultural, artístico o patrimonial que generan activos de propiedad intelectual. Estas industrias, consideradas como el «centro de la economía creativa», son una actividad que abarca los ámbitos de economía, cultura y tecnología, focalizándose en la importancia de los servicios y del contenido creativo. Su materia prima es la capacidad para imaginar e innovar y se trata de un mercado en pleno crecimiento.

Un reciente informe de la Unesco ponía de manifiesto que las ICC registran más puestos de trabajo que las empresas de automóviles europeas, japonesas y norteamericanas juntas, al emplear casi 30 millones de personas (uno por ciento de la población mundial). Europa ocupa el segundo lugar en el mercado mundial de este sector, alcanzando el 4'2% del PIB y da trabajo a siete millones de personas (un 3,3% de empleo europeo).

El conseller de Cultura, Vicent Marzà, presentaba -hace poco más de dos años- el Plan Estratégico Cultural Valenciano para el periodo 2016-2020, que incluye un considerable número de importantes medidas, unas ya adoptadas y otras todavía pendientes de implementar. Me gustaría destacar alguna de ellas: incentivos para programas individualizados de formación en competencias, dirigido a los agentes participantes en los sectores de las artes visuales, el diseño y la arquitectura; creación de un programa de bonus a empresas valencianas para la contratación de servicios creativos (diseño, producción audiovisual, servicios de valor añadidos basados en las TIC, gaming?); programa de financiación en condiciones favorables para promover el incremento de la dimensión media de las empresas; y coordinar la administración de Cultura con la Agencia Valenciana de la Innovación para el impulso de propuestas innovadoras en los sectores culturales y creativos.

Y aquí me quedo, porque este mismo mes se ha publicado en el DOGV el decreto 9/2018 que establece las bases reguladoras para la concesión de ayudas en materia de fortalecimiento y desarrollo del Sistema Valenciano de Innovación para la mejora del modelo productivo. A ellas habrán de ajustarse las sucesivas convocatorias que realice la Agencia Valenciana de la Innovación y que abarcarán líneas como la promoción del talento, agentes de innovación, incorporación de investigadores y tecnólogos y doctorandos empresariales para proyectos de innovación en empresas, así como valorización y transferencia de resultados de investigación a las empresas y proyectos estratégicos en cooperación. En cuanto a la tipología, serán subvencionables los proyectos de desarrollo experimental que comprendan la creación de prototipos, la demostración, la elaboración de proyectos piloto, el ensayo y la validación de productos, procesos o servicios anejos o mejorados en entornos representativos de condiciones reales de funcionamiento, siempre que el objetivo principal sea aportar nuevas mejoras técnicas a productos, procesos o servicios.

Aunque, de momento, en la normativa nada específico se dice de las industrias culturales, debemos confiar en la visión del vicepresidente ejecutivo de la AVI, Andrés García Reche, y su competente equipo, para tener en cuenta las demandas de este importante sector. Sobre todo cuando en el Análisis de la ocupación y prospectiva de las necesidades formativas de los sectores culturales y creativos en la Comunidad Valenciana, elaborado por Econcult de la Universidad de Valencia, se prevé un crecimiento de 2.000 puestos de trabajo al año en la Comunidad Valenciana, en un sector de elevada precariedad.

Este estudio, dirigido por el profesor Pau Rausell, es una excelente radiografía actual del empleo cultural valenciano, con sus retos, fortalezas y urgencias, entre las que no son menores las necesidades formativas. Urgía en su presentación el director del estudio a que se realicen políticas que favorezcan entornos para preparar adecuadamente estos sectores. Y destaca en el estudio la necesidad de políticas públicas que potencien el apoyo y la inversión en activos intangibles, proponiendo como mecanismo eficaz la formación de asociaciones y consorcios entre la comunidad creativa, la industria, las instituciones creativas y los organismos de promoción del empleo. Finalmente, identifica también el informe una serie de capacidades y competencias para el sector: transformación digital; gestión de las empresas y diseño de proyectos; internacionalización; relación entre ciencia, arte y cultura; generación y gestión de la innovación?

En base a todo ello, parece que, efectivamente, es el momento oportuno para que Conselleria de Cultura y Agencia Valenciana de Innovación acierten a coordinar un programa específico que impulse definitivamente el sector de las ICC valencianas, como ya hicieron anteriormente -con decisión y sentido estratégico- otras comunidades españolas.